Testimonio de conversión: De las drogas, alcohol a sanar las heridas familiares y casarse

Abr 16, 2023 | TESTIMONIOS CATÓLICOS

Katerina Olmos, es de Bogotá Colombia, pero vive en una ciudad cercana a la capital. Con 35 años, con su esposo llevan dos años de casados. Es hija de padres separados y recuerda cómo su madre tenía que trabajar de manera incansable para sacarles adelante. Mientras su madre trabajaba, ella y sus hermanos quedaban al cuidado de sus abuelos que eran muy practicantes. “Me sentaba con mis abuelos a rezar el rosario, nos inculcaron la fe católica, el amor por el santo rosario, todo esto fue cuando era niña”, cuenta.

Empiezan a crecer y  llega el día en que comienzan a vivir solas, quedaban al cuidado de su hermana mayor. la diferencia de edad era grande y la hermana tenía una vida muy diferente a la de ella. Katerina también conoce gente nueva y con ello, las cosas del mundo.  En el colegio en el que está convive con compañeros que vivían su misma situación, de llevar una vida solitaria, sin los padres. “Empiezo a conocer los cigarrillos, el alcohol, la fiesta y la música. 

Como no tenía un control en mi casa pues lo hacía”, sostiene. A los 13 años aprendió a fumar y a conocer el alcohol. Tiempo después cuando estaba en Bachillerato su madre le dice un día que por temas económicos ya no puede pagar el colegio donde estaba y que será su padre el que se encargará de pagar sus estudios. La condición era que tenía que irse a vivir con él. Lo único que sabía de él es que era alcohólico y mujeriego.  Acepta irse con él, pero estaba en la edad rebelde. 

Tenía ya 17 años. Cambia de colegio y de compañeros. Conoce más personas y sigue conociendo más cosas del mundo.  Su padre en su afán de controlar, la llamaba, pero no contestaba. En ocasiones no iba a estudiar, iba a beber con sus amigos. Totalmente perdida y descontrolada se convirtió en una persona que consumía y tenía una sexualidad desordenada. Con su prima, no eran conscientes de los peligros que tenía la noche. “Nada de eso nos importaba. A veces nos quedamos en parques tomando hasta la madrugada. En ese momento no tenía presente las bases del catolicismo que mis abuelos nos habían inculcado”. A pesar de que Katerina hacía lo mismo que su padre, ella señalaba a su padre por todo lo que ella estaba haciendo en ese momento. 

Reconoce que el Señor estuvo siempre de su lado a pesar que ella se quiso alejar. “Sentía la necesidad de tener una buena relación con papá y sentirme amada por él. Mendigaba el amor de hombres pero salía vacía, triste, con dolor en mi corazón y no saciaba esa necesidad”. Llegó el momento en que bajó la guardia con su padre, compartían momentos juntos, pero eran momentos de beber juntos. La familia pensaba que su llegada iba a ser un salvavidas para su padre. Nada más lejos de la realidad. “El Señor se valió de estos momentos de beber juntos para crear una relación de padre e hija. Un vínculo fuerte. Empiezo a vivir unos momentos tan hermosos con mi padre que no los quería cambiar”. Pero paralelamente seguían con sus vidas desordenadas. 

Esa ausencia de padre, logró que se sanara en aquellos momentos.

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