El Padre Santiago Bohigues viene a aclararnos lo que es la dirección espiritual. Para el padre hay que tener claro hacia dónde se va y para ello hay que tener claro que eso se hace con cordialidad, con acompañamiento, con buen hacer, con buenas formas”. Así, cada uno puede tomar el término que prefiera.  Para introducir el tema de la dirección espiritual el padre cita un texto de Evangelii Gaudium 169 y 171. 

Aquí el Papa Francisco habla que en una civilización herida de anonimato y a la vez obsesionada por los detalles de la vida de los demás. Hace falta de la Iglesia una mirada cercana para contemplar cómo verse y detenerse ante el otro. Ya que, “cuando uno se abre a la presencia del Señor, cuando uno se hace contemplativo, es decir, se deja tocar, seducir y se entrega a ese amor del Señor, está claro que uno se conmueve, pero hay que saber parar, analizar y discernir qué es de Dios y que es lo que no es de Dios”. 

Dice el Papa que en el arte del acompañamiento hay que aprender siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro. “La tierra sagrada es el corazón del hombre y hay que tener mucha delicadeza, mucho respeto, mucho cuidado cuando entramos en el interior de cada persona porque es el lugar del encuentro con Dios. Que ayude, que sirva y no que se haga daño con ello”, subraya. 

Por eso el Papa dice, “una mirada respetuosa y llena de compasión, pero al mismo tiempo que sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana”. Así como bien explica el padre, la dirección espiritual es un servicio a la sanación integral de la persona y a ayudar a que la persona vaya madurando más en una vida de amor a Jesucristo y de entrega al hombre”. 

Y es que “todos estamos llamados a la santidad en plena a la santidad en una unión plena con Cristo por la perfección de la caridad”. Por eso, el sacerdote tiene que ser “ pastor de almas”, tiene que ser acompañante, el director espiritual, el peligro de los sacerdotes es quedarse en ser funcionarios de lo sagrado o activistas sociopolíticos. Lo fundamental es ser imagen viva y transparente de Jesucristo, buen pastor”. 

Pero, ¿qué es lo que busca una persona cuándo acude a un sacerdote? Para el padre acudimos a un sacerdote para descubrir y vivir el corazón bueno del sacerdote, el corazón del buen pastor”. Desde esa vivencia lo que se pide al sacerdote es que sea hombre de Dios y que atienda a las personas a ser de Dios, por eso es necesaria esta pastoral personalizada. 

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