La Virgen del Rosario de San Nicolás es una de las muchas advocaciones con la que se venera la figura de la Virgen María en el catolicismo.
Argentina es la tierra del tango, patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad. Es además la tierra del fútbol, ganadora de dos mundiales y lugar de nacimiento de históricos como Maradona o Messi. Es la tierra de maravillas naturales como el pico Aconcagua o el río de la Plata. La tierra del asado, el dulce de leche, empanadas o milanesas y por qué no, Argentina es también la tierra de María. Hasta su bandera lo dice, azul celeste como el de María Auxiliadora.
Un poco más alejado de la capital argentina encontramos San Nicolás de los Arroyos, una ciudad que marcó la historia del país, pues allí se acordó fundar la asamblea constituyente en 1852, por eso es conocida como la ciudad del acuerdo o también la ciudad del acero, por ser la industria metalúrgica más grande de América Latina. Pero un hecho excepcional marcará la historia de esta población sobre todo los corazones de los nicoleños y desde entonces pasará a ser conocida como la ciudad de María.
En esta ciudad dormida por los placeres terrenales de este mundo, la Virgen se presentaría preocupada por el destino de la humanidad pero siempre a través de los más humildes y puros de corazón. Gladys Quiroga de Mota es una mujer de pueblo, sencilla, esposa de un operario metalúrgico y madre de dos hijas. No acostumbraba a escribir, asistió a la escuela primaria hasta los 10 años. Sin embargo, fue dejando testimonio escrito de los mensajes y los hechos que cambiaron su vida y la de muchos.
El día 25 de septiembre de 1983 la Virgen se aparece a Gladys en su habitación mientras rezaba el Rosario. La Virgen estaba vestida de azul, tenía al niño en brazos y un rosario en la mano, tan sólo hizo un gesto para darle el rosario a Gladys.
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