Daniela Espinosa es colombiana, tiene 38 años y hoy entiendo que su identidad está arraigada profundamente con el Señor. Es madre de tres hijos. Actualmente trabaja en ayudar a sanar las relaciones de pareja. Nace en una familia católica practicante. Su madre se casa con su padre que está en pleno proceso de conversión. Tiene un hermano sacerdote y en casa siempre se respiró esa fe. De todos los hermanos, Daniela siempre fue la persona que se cuestionaba las cosas. Fue en la adolescencia cuando comenzó a alejarse del Señor. 

“En ese momento me empiezo a apartar. No tengo esa conexión emocional con él. A misa había que ir los domingos y de vez en cuando me confesaba”, explica. Todo esto transcurre así y ya en la universidad conoce al hombre con el que comparte su vida y padre de sus hijos. Cuando lo conoce reconoce que estaba distante con el Señor. Daniela ya había tenido contacto con esa perla que es Jesús como dice la Biblia. Ella lo encontró pero no estaba dispuesta a dejarlo todo. 

“Cuando estuve con el que fue mi esposo durante diez años estaba Dios pero no era mi prioridad. Tenía claro que quería casarme joven y ser madre pero la condición importante era que creyera en Dios”, explica. Estaba perdidamente enamorada de él y encima hizo el Camino de Emaús, se encontraba en ese camino. Tenía esa relación idealizada. A Daniela se le había educado con ser Virgen hasta el matrimonio pero no conocía la diferencia entre eso y la castidad. “Lo que tenía que vivir era llegar Virgen en el matrimonio. Aunque no tuvo relaciones sexuales con mi pareja si tenía otro tipo de encuentros, así que no llegue casta”, sostiene. 

Al decidir casarse llevaban un año y poco de relación. Esta concepción de la castidad nubla su visión de la realidad. Dios en este momento no estaba en mitad de la relación. Así se casó con 25 años y creyendo que era muy madura en las relaciones que estaba tomando. “Quedé embarazada a los meses de estar casada. A partir de ahí comienza una historia de terror”. 

Este camino era un camino de calvario aunque ella ni se lo imaginaba. Fueron años de profundos dolores porque la relación pasa por muchas etapas de duelos: abuso físico, infidelidades, etc. Mientras tanto ella se queda embarazada y tiene a sus hijos. Fue el momento en que definitivamente necesitaba comenzar terapia de pareja. Comenzaron este proceso juntos, pero lo dejaron a medias. Parece que lo iban superando poco a poco. En el 2018 su familia propuso en poder hacer el Camino de Santiago pero su marido no tenía dinero para hacerlo y le dice a la familia que no pueden hacerlo. “Su hermano le dice que vaya con ellos y que su marido se quedara con los niños”. 

Se embarca en el Camino de Santiago. “Empiezo a tener un profundo encuentro con Dios. Se manifestó como un profundo dolor físico. El segundo día llegué atacada y llorando por no poder con el dolor”, recuerda. ¡No te pierdas el impresionante testimonio de conversión! 

Puedes contactar a Daniela aquí: https://www.instagram.com/impulso.5/
Email: impulso.52021@gmail.com