Javier desde muy pequeño se consideraba una persona hiperactiva. En la adolescencia entra en el mundo de la noche. “Practiqué la promiscuidad, la homexualidad, estuve con muchos hombres. Estaba sumergido en la oscuridad”, explica. Mantenía relaciones con cualquiera, se drogaba con marihuana todo el día. Robaba en las discotecas y además estuvo en situación de calle.
Hasta un día que le dieron la estampa de una Virgen. Le entregan esta estampa para empezar a rezar. Y es que él de pequeño fue al colegio católico. Sin embargo tuvo un comportamiento que se salía de todo lo bueno que le habían enseñado. Recuerda que una noche llegó de bailar, estaba muy asustado y comenzó a rezar. “Empecé a hacer mantras budistas. Mantras para sanar ciertas partes del cuerpo. Nunca se me ocurrió ir a la iglesia”, comenta.
Comienza a rezarle a esta estampa y llegó un momento en el que siente una sensación en el pecho como de mucho amor. Tuvo una visión de la imagen de Jesús misericordioso, fue una imagen breve. A partir de este momento prometió al Señor que dejaría de fumar marihuana. “Entendía que para tener una nueva vida debía alejarme de esas personas”, sostiene.
Dejó las fiestas pero se metió en unas terapias de médiums con cuencos tibetanos. No sabe bien lo que ocurrió pero una de las personas le pasó esos cuencos por el pecho y sintió mucho dolor. “No sabía dónde estaba y fui porque estaba mal. Comencé a fanatizarme y querer ser como ellas”. Tenía la sensación de que él era elegido y empezó a adentrarse más en el reiki. Así empieza a aprender reiki para luego practicarlo con otras personas.
Esto derivó en que comenzara a escuchar ruidos en su casa y estaba comenzando a entrar en una espiral depresiva. “En mi casa se rompía todo, hasta que un día me harté de tanto ruido y decidí preguntar a estos médiums qué hacer”, comenta. Una noche estando en el mismo lugar que está contando el testimonio mientras estaba en la cama siente una presencia enfrente de él que se acercaba y se le metía en el pecho con mucho ardor.
Estuvo una semana sin poder dormir. Preguntó de nuevo a estas mujeres pero no le ayudaron. No entendía lo que le pasaba, pensaba que lo que le podía ocurrir era algo externo. Un día vino un señor a su casa para que le practicara reiki y en un momento de esa práctica le comenta que quería tener relaciones sexuales con él. Cuando se fue este señor de la casa comenzó a sentir palpitaciones. Como si esa promiscuidad que había dejado había vuelto. “Esa bruja que conocía se supone que me liberó de esa sensación y continuó su vida normal”, sostiene.
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