José Luis nació en una familia de valores cristianos, en una familia cristiana cubana que sufrió la persecución por su fe. Cuando tenía 10 años toda la familia se fue a España. 

Unos años antes su padre fue a España para arreglar todos los trámites para cuando el resto de la familia llegara estuviera todo listo. José Luis tuvo que madurar pronto porque era el mayor y era el que se ocupaba de sus dos hermanos pequeños mientras sus padres se ocupaban de todo el futuro.

En su adolescencia recuerda que se sentía un poco separado precisamente por no vivir esa fe con sus compañeros. “Mi relación con Dios era distante, era desde la necesidad no desde la autoridad”, reconoce. Y es que en aquellos años la situación familiar no era fácil, económicamente no era buena y José Luis tenía que estar solo en casa con sus hermanos muchos días.

“Una cosa maravillosa que pasó en mi vida fue cuando nos invitaron a través de un amigo a una misa de la Renovación Carismática”, explica. Todo el mundo alababa, cantaba y eso le hizo crecer en su fe y vivirla con una mayor cercanía a Dios. “No solo Dios me pide cosas por necesidad, sino que me ama”. 

En 2011 fue con jóvenes a la JMJ, en Madrid hubo una adoración y fue un momento muy importante para José Luis. “Ese día es fundante en mi vida. Fue una madurez real en esa relación con Dios”. Fue creciendo dentro de una vida espiritual muy fuerte profundizando en el evangelio; sin embargo vivía siempre dentro de esa perfección de no poder equivocarse. 

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