María Hermida es madre de cinco hijos y su familia siempre fue católica. Su historia siempre la definió como una historia de amor. De amor a Dios eso es lo primero. “Hubo un momento de mi vida en el que me sentí profundamente enamorada de Jesús”. En la escuela formó parte de un movimiento católico dónde hacían apostolado y voluntariado. Ese tipo de apostolados le sensibilizó mucho. En un retiro al que acudió, esa noche sintió que Jesús le dijo que terminara de rezar el rosario. “Sentí que Jesús estaba sentado al lado mío y terminé de rezar el rosario. Me dormí. Al día siguiente, la misa y todo lo que había programado lo viví diferente”, comenta. 

En ese retiro y formación le explicaron que Jesús no sólo le escuchaba sino que además le hacía caso. Empezó así a sentir un amor muy fuerte por su parte, dándose cuenta de todo lo que tenía. “Me di cuenta a través de todas las bendiciones que tenía. Empezó a tener conciencia de decir qué es esto. Valorar cada detalle, entonces en cada detalle empezaba a sentir su amor”. explica. 

Como adolescente salía, se divertía pero seguía teniendo esa voz cerca siempre. A los 18 años decidió irse a un voluntariado, es dar un año de tu vida a la iglesia. Ya formaba parte del movimiento Regnum Christi. Un poco antes de irse al cursillo dónde le preparaban ya hablaba con Jesús como si fuera una persona. Sentía que le estaba escuchando. Un día salió a pasear cerca de su casa y venían hablando con Jesús y de repente vió un corazón en el pavimento. 

Siguió caminando y vió las palabras Te Amo. Continuó caminando y apareció la palabra Jesús. Sintió que ese mensaje era para ella. A partir de ese momento y hasta el día de hoy, 20 años después sigue viendo esos corazones y su forma de decirla que la quiere es en forma de corazones. 

“Cada vez que veo un corazón siento que Jesús me está transmitiendo su amor”, sostiene. Viaja a Irlanda y allí sigue con esa relación inseparable. Se empezó a cuestionar qué era lo que Dios quería de ella. “Entendí que el Señor me quería en el mundo, no dentro con él. 

La escucha de Dios siento que no es que te hable como a Moisés. Es escuchar su voz y encontrar dónde te va hablando”. Es en este momento dónde comprueba las gracias que van recibiendo personas alrededor de ella. Regresa y empieza a estudiar Ciencias de la Familia. Y es que considera que es en la familia dónde aprendes todo, es la primera escuela. “Quería trabajar para la familia y que lo más importante empieza aquí y que lo que no hagas aquí difícilmente lo podrás hacer fuera”.

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