Álvaro Tejero es de Córdoba y tiene 40 años. Trabaja en el departamento de comunicación de la Diócesis de Córdoba. Proviene de una familia católica de tres hermanos, a pesar de esto de joven no acababa de entender esta vida de iglesia. Con el paso del tiempo y al empezar la universidad se fue alejando de la iglesia. “Pensaba que Dios sobraba en mi vida. Tenía una vida social dónde salía de fiesta, viajaba y Dios para mi era prescindible”, comenta.
No recuerda que tuviera nada contra la iglesia, simplemente Dios no era su prioridad en ese momento. Así, comienza a seguir corrientes, medios y libros que tienen ese sesgo. “Me convertí en ese momento en una persona anti iglesia. Todo lo que tenía que ver con la iglesia me generaba un gran rechazo.
De esta forma, dejó la carrera y empezó a trabajar como operador de cámara en canales locales de su ciudad. “Quiso la providencia que un momento de mi vida me llamaran de la Diócesis de Córdoba ya que había vacante un puesto de cámara”. En ese momento Álvaro dejó el Currículum, le entrevistaron y así comenzó a trabajar para la Diócesis. Dijo que sí a ese trabajo porque le daba la estabilidad que no ofrecía el sector de los medios de comunicación en ese momento. “Cogí el trabajo por profesionalidad”.
Todo transcurrió de manera muy gradual en cuanto a la transformación de Álvaro hacia la fe. Así estuvo cuatro años hasta que en el año 2015 en la festividad de San Juan de Ávila y un cardenal iba a dar una charla sobre la humildad y la labor que desarrolla Cáritas. “Se centró en temas de la caridad, nada de Teología. Eso me marcó”. No entendía el por qué pero sí que le había llegado al corazón.
En 2016, un año después de esa charla, hubo una Vigilia de la Inmaculada en la Catedral. Álvaro iba como cámara a cubrir el evento. Había un sacerdote confesando y le dió mucho reparo porque llevaba sin confesarse desde que se confirmó. “Finalmente me confesé y me dí cuenta que por los bloqueos uno se pone un escudo. Y es que la gracia del perdón te da muchas cosas. Me quité el miedo porque al final me dí cuenta que el que te va a escuchar es Dios no es el sacerdote”.
En 2019, un año antes de la pandemia, unos amigos seminaristas le invitaron a unos ejercicios espirituales de un fin de semana. En ese momento no iba a misa pero había recuperado la fe. “Un retiro así me daba un poco miedo por creer que eso igual no iba conmigo”.El retiro le gustó mucho porque se dió cuenta de que cuando uno tiene tiempo para discernir salen a la luz muchas heridas y temas internos que no sabía que estaban ahí. Aquello le cambió para ir un paso más en el crecimiento en la fe, un camino que ya había emprendido.
¡No te pierdas el testimonio completo, te impresionará!
Puedes seguir a Álvaro en: https://www.instagram.com/sammy_yankis/
0 comentarios