San Juan Pablo II empieza el libro de su vida diciendo que la historia de su vocación sobretodo la conoce Dios. Cuando el padre Julián Lozano leyó este libro se sintió identificado con aquella frase. ¿Qué ha hecho Dios en la vida del padre? Pues gracias a Dios como él mismo relata, muchas cosas.

Su infancia la recuerda muy feliz, siempre se sintió muy querido, por sus padres y un poco menos querido por su hermana mayor. “Fue a un colegio público y su familia era culturalmente cristiana. Los dos primeros recuerdos que le vienen a su cabeza tuvieron mucha importancia.

“El doce a uno de España Malta, el fútbol siempre ha sido una de mis grandes pasiones y antes de esto en el año 1982 el recuerdo que tengo es con mi madre y mi hermana delante de una verja, delante de la cual descendió un helicóptero del cual salió un hombre de blanco que besó el suelo y que se llamaba Juan Pablo II”, explica. Ese es el primer recuerdo que tiene de su vida.

Cuenta cómo hizo la comunión pero las catequesis le aburrían mucho. “Hice la comunión a los 10 años pero mi madre no conseguía que fuera a misa los domingos. Para mi era algo heroico levantarme a las 12 de la mañana para ir a misa”, reconoce. Fue en estos años cuando el padre Julián corta relación con toda práctica religiosa. Así transcurre su adolescencia, termina la educación básica obligatoria y en el instituto seguía todo igual, nada de ir a misa y tampoco de oración.

A los 17 años un profesor que tuvo de Filosofía le hizo reflexionar sobre temas importantes de la vida. Se le veía una persona coherente y preocupado por sus alumnos. “Recuerdo que una vez preguntó que qué queríamos en la vida y yo contesté: pasarlo bien”.

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