Marta vuelve a visitar El Rosario de las 11 pm para contar la segunda parte de su hermoso testimonio. Marta explica que hay esperanza y salida y la esperanza es el Señor. “La Virgen como una buena madre, nos lleva hasta Jesús”, explica. Alguna de las preguntas que las personas han formulado a Marta tras su testimonio tiene que ver con el matrimonio. 

“Lo más importante es tomar un momento, un oasis en el desierto para escuchar, en estos tiempos tan difíciles donde la familia no tiene tiempo para nada, con el trabajo, los hijos, y muchas otras responsabilidades”, recuerda.  Toda esta situación muchas veces no nos deja darnos un respiro y tener tiempo para lo verdaderamente importante que es la familia y Dios. 

“Como católicos tenemos que aprender a no solo ser católicos de nombre sino de verdad. Lo primero que recomiendo a aquellos que están en esta situación tan triste como es la separación, es hacer un examen de conciencia y tener una buena guía espiritual”, explica.

En el caso de Marta todo se dio de forma paulatina, pero no necesariamente tiene que ser con las personas que están pasando esta situación. “Cuando el Señor toca las puertas de nuestro corazón y nos hace ver donde estamos haciendo algo mal, es ahí por medio de la oración que le pedimos la guía y es el Espíritu Santo el que va dando esa respuesta”.

Un proceso que según Marta no es fácil, cuando uno se separa de ese matrimonio han nacido unos hijos y es complicado decidir por uno mismo qué hacer en estas situaciones. ¿Qué puedo hacer yo para volver a recibir los sacramentos? “Todo eso no podemos hacerlo por nosotros mismos, necesitamos de la gracia para dar ese paso para comenzar a caminar de nuevo hacia una solución positiva y salir de ese pecado”, explica.

“Necesitamos del Señor y de la Santa Madre”. Hay que recordar las bodas de Caná cuando se les acabó el vino. ¿Qué contestó el Señor? Y es que el tiempo de los milagros no era el tiempo del Señor, pero fue María quién tocó el corazón de Jesús y se dio el milagro, cuando Jesús convirtió el agua en vino. 

La segunda parte del testimonio de Marta es muy importante explicarlo. En un momento de la vida de Marta mientras rezaba el Rosario empezó a experimentar unas sensaciones extrañas. Recuerda cómo un día empezó a sentir esos ataques espirituales le afectaban a lo físico. “El padre de mi hija tenía que cuidarme porque no podía valerme por mí misma, pero el Señor siempre me protegió”, explica. 

Después de tantas citas médicas, los médicos le dijeron que no tenía cura lo que a ella le pasaba. Para la ciencia era imposible pero para Dios no hay nada imposible. Pasaron los meses de mal en peor y todo se le vino abajo, su carrera, su familia sufría mucho por verla así. “Todo era un caos”. Di un testimonio de conversión a una página española y a raíz del testimonio un sacerdote español leyó su testimonio y contactó con ella. “El sacerdote me dijo que debía dar testimonio”, explica. Y es que en Canadá buscó muchos sacerdotes exorcistas pero no encontró. “Estaba viviendo ataques del enemigo a raíz de mi conversión según me dijo el sacerdote”, comenta.