El Señor a José Luis Martínez le ha estado llamando a la puerta en muchas ocasiones como bien relata pero él ha respondido con portazos. Y es que lo que necesitaba era una prueba que le hiciera aferrarse a Él. Pero nuestros tiempos no son los tiempos de Dios. Necesitaba una prueba y esa prueba llegó de forma contundente. Un suceso que cambió su vida para siempre. Un accidente de tráfico con muchos damnificados y el único que salió ileso fue José Luis.
La tragedia que supuso ese accidente provocó en él una especie de cuestionamiento de todo lo que había creído hasta ese momento. En su vida reconoce considerarse cristiano porque en su vida siempre llevaban una cruz puesta y su familia también lo eran aunque no fueran a misa ni rezaran en casa. Enfrente de su casa se encontraba la iglesia del barrio dónde vivía y siempre la observaba. Llegó el día de hacer su Primera Comunión, para su familia este evento era como llegar a la cima del ser cristiano. José Luis seguía convencido de que él era cristiano.
Otra gran prueba que le puso el Señor en el camino fue el día que se contagió de COVID. Hasta entonces nunca había rezado, sólo cuando lo necesitaba porque algún familiar estaba enfermo. “Estuve 22 días en coma y tres meses en la UCI. Para mí esos días fueron como un sueño que hubiera durado una noche”, explica. Se despertó después de un sueño plácido, bonito, repleto de luz, entubado y pensó que era una pesadilla y quería volver a ese sueño de nuevo.
“En esa habitación blanca del hospital en la que estaba sólo sentí que Él estaba a mi lado y me decía que no me preocupara. No podía haber otra presencia que la del Señor”. Más adelante se enteró que el día en el que abrió los ojos era un Domingo de Resurrección. En esos tres meses que estuvo en el hospital tuvo tiempo para organizar sus ideas, para volver a la oración. A las pocas semanas apareció el capellán del hospital y le dió un rosario. Lo tenía siempre atado a su cama del hospital. “Estuve tres meses unido al Rosario y desde entonces sentí una fuerza tan grande que me empujaba a Dios. Me decía: ¡Es real, no te equivocas!
Esa seguridad que le otorgó el Señor en ese momento ha sido como un antes y un después en su vida que aún hoy permanece. Salió del hospital queriendo enfocar su vida a ser un verdadero cristiano. Así, José Luis busca un cura, una parroquia, alguien que le fuera guiando en esa formación incipiente. “Ha sido como un despertar. Estoy mucho más tranquilo y relajado. Ayudo a muchas personas, me gusta ayudarme. No quiero tener, quiero que la gente tenga”, reconoce.
Ahora sí se siente cristiano de verdad. ¡No te pierdas este impresionante testimonio de conversión desde la gravedad de la enfermedad!
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