Nassas Said es un joven venezolano cuyo primer acercamiento a la fe fue a través de su abuela y rezando el rosario con su abuela. Recuerda con mucha efusividad cuando rezaba con su familia. Desde esa corta edad, como no tenían dónde dejarle, le llevaban con su abuela quien le llevaba a la iglesia. A veces se quedaba dormido en misa. No considera que tuviera una gran profundización en la fe. 

Desde pequeño recuerda cantar con su padre pero de ninguna manera se le pasó por la cabeza ser cantante. Un día en el colegio le invitaron a cantar en el coro. En la adolescencia tuvo unos años rebeldes ya que quería hacer las cosas de manera diferente. Simplemente iba a misa como un requisito para poder graduarse. En esa adolescencia una  chica se acerca al grupo de amigos dónde estaban reunidos y les comenta que había un retiro y les invita a ir. “Cuando llegó a ese encuentro, lo primero que me encuentro no es con ella, sino con Dios. El retiro siempre es una oportunidad para sacar fuera todo aquello que no nos sirve”, explica. 

Así fue como se encontró con Cristo con esa chica que le llevó hasta allí y que fue su novia pero que fue instrumento principal para redescubrirle. “Para poder encontrarnos el grupo juvenil fue ideal. Una cosa de las cosas más importante de la vida de fe, es beber de la fuente”. Y es que fue muy importante en su vida poder juntarse con el grupo juvenil que estaba en el mismo punto que él. A pesar de no encontrar su lugar fue un comienzo bonito poder caminar en fraternidad con el resto de compañeros. 

En ese grupo estaban plenos y felices. En esa consagración, uno de los jóvenes le pide cantar. “Me acuerdo que canté, ‘Coloquio de Amor’ y todo el mundo quedó encantado. Hubo algo especial que hizo vibrar mi corazón. Y es que estaba esperando mi lugar, mi sitio dónde ser feliz”, sostiene. Su  madre en ese momento le compró una guitarra. “Recuerdo de pequeño cuando iba a la iglesia con mi abuela y era la persona que estaba cantando. Me costó doce meses aprender. Y de repente falló la persona que tocaba en el grupo juvenil así que me pidieron que la sustituya”. 

Para su sorpresa, a todo el mundo le gustaba como lo hacía. Posteriormente hubo algo que le hizo click en la Adoración al Santísimo Sacramento. “El primer jueves que fui a tocar y a adorar fue el único momento en el que me sentí conectado con Dios. Todavía no lo veía del todo, lo veía como una actividad de autorrealización y una posibilidad de comunicarme con Dios”. Le costaba ver que el Señor le estaba llamando para algo más grande. 

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