Testimonio de conversión: De una crisis de fe a sentir el abrazo de Dios en Emaús en la enfermedad

Abr 25, 2023 | TESTIMONIOS CATÓLICOS

Luz tiene 47 años, está casada y tiene tres hijos. Nació en Salamanca en una familia numerosa y tiene cinco hermanos, la única niña. Siempre fue a colegios de monjas, fue educada en la fe, iban los domingos juntos a misa, siempre estaban apuntados al coro de la iglesia. Sus padres como bien explica, le inculcaron eso, que en la sencillez es donde se encuentra Dios, donde hay que buscarle y donde se le encuentra. A los 12 años se va a vivir a Madrid por motivos de trabajo de su padre y continúan teniendo una vida de fe activa en la nueva parroquia.

Cuando llegó a la universidad poco a poco fue dejando de lado la vida religiosa. Si iba era por estar con los amigos que por otra cosa. “Pensaba mucho en salir con mi pandilla y en las juergas y así transcurrió mi vida, me fui alejando poco a poco de Dios, dejé de creer”, explica. Y es que no hablaba de Dios con nadie, esas dudas se fueron haciendo cada vez más grandes hasta que tuvo una gran crisis de fe. Lo pasó mal y llegó a tener verdaderos ataques de angustia.  Con 26 años conoce al que hoy es su marido y el hombre de su vida. A los dos años de conocerse deciden casarse por la iglesia pero más por costumbre que por otro motivo. “Cuando empezamos a planear la boda, estábamos ilusionados por donde íbamos de viaje y Dios era poco importante en ese momento, era un complemento”, cuenta. 

Al año y medio de estar juntos y ya planificando la boda, le detectan a su padre un cáncer de colón bastante agresivo. El mundo de Luz se puso al revés, justo cuando estaban preparando la boda. De este modo, volvió a rezar y pedía mucho por su curación. Aunque no se lo pedía con mucha fe, se lo concedió y se curó. En el año 2004 entró en la iglesia con su padre del brazo, fue un momento muy feliz para Mari Luz. Al año se quedó embarazada pero perdió al bebé, aún así le puso nombre y hoy es su ángel de la guarda en el cielo. Los hijos también fueron a colegios católicos, sin embargo ella seguía buscando a Dios a través de sus hijos y de diferentes situaciones. 

En el año 2016 ocurrió algo que cambió por completo su vida. Un mensaje muy claro, de la existencia de Dios. A su prima en este momento le diagnostican un cáncer de mama. A raíz de esto,  tuvo la curiosidad de explorarse y en una exploración se notó un bulto. “Empezamos a ir a médicos y cuando me hicieron la mamografía y me dijeron de repetirla se me cayó el mundo al suelo. Sentí mucho miedo y el diagnóstico fue claro: tenía cáncer de mama. Es un cáncer hormonal cogido a tiempo y empezamos a luchar”, sostiene.  Como sus hijos eran muy pequeños y  no querían que se enteraran vino unas amigas a raparla. Lo hicieron como un juego para que lo entendieran. 

Pasó el tiempo, se curó y justo al año siguiente en el colegio de sus hijos había catequesis para padres para prepararles en el sacramento que iban a recibir los hijos. En una de estas formaciones salió uno de los padres a hablarles de unos retiros, los retiros de Emaús. “Estos padres hablaban que esos retiros le servía a mucha gente para recuperar la fe. Para mi esto era una tabla de salvación para agarrarme”.

Se informó de estos retiros y en septiembre del 2017 acudió. En este retiro pudo sentir el abrazo del Señor. “Sentí mucha paz y la convicción de que Dios ha estado a mi lado toda mi vida, que me quiere y ha caminado conmigo en lo bueno y en lo malo y que sí existe, lo ví clarísimo”. 

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