Juan Manuel tiene 22 años y es de Colombia, abogado y miembro del Regnum Christi. Sobre todo lo que más le define es que es hijo de Dios. Su proyecto de vida es llegar al cielo, ser santo. Conoció a Dios muy joven con sólo 15 años. En esos años era un adolescente problemático que hizo sufrir a sus padres. “Llegué a Dios porque mi madre me inscribió a un retiro, honestamente no quería ir pero sentí que fue un ultimátum por parte de mi madre”, reconoce. 

Para calmar los ánimos y para dar gusto a su madre accedió. El retiro al que fue, fue un retiro sobre afectividad. En el retiro no hacía caso ninguno, no estaba presente y no daba importancia a lo que allí se decía. Él en ese momento ni era católico ni era practicante. En el último momento del retiro, en la eucaristía se puso a llorar. “Me di cuenta que no era feliz, todas las mentiras que tenía construidas en mi vida a mi corta edad se empezaron a caer y me quedé desnudo frente a Dios. En esa desnundez que Dios me daba me di cuenta que mi vida ni era perfecta ni yo era feliz”, sostiene. 

Su vida de fe al inicio era según el propio Juan Manuel un desastre. Pero en esta época de su vida identificó que estaba muy herido. Vivía triste. De esta forma, acudió a un grupo de jóvenes donde te enseñaban sobre el amor de Dios. Acudió porque había chicas guapas. Sin quererlo fue sintiendo que lo realmente necesitaba se encontraba ahí mismo. “Cuando conocí por primera vez a Dios, todo era nuevo para mí. Al principio cuando veía a la gente tan feliz, me parecía raro”.  

En estas charlas hablaban de un amor diferente, a Juan Manuel esto se le mostraba como una tontería. Así pasó un año, y estando viviendo con personas con fe, le fue calando. “Todos buscamos amor de una forma a otra y lo triste es que nunca lo encontramos ni en nuestras parejas, ni en nuestras familias. Es justamente porque el amor que nosotros necesitamos es el amor infinito de Dios, y sólo Él te lo puede dar”, afirma.

Ese año reconoce que a pesar de ser un año muy sufrido fue un buen año. “Tuve uno de los momentos de conversión más bonitos. “Seguía sintiendo un vacío muy grande en mi corazón. Un día de oración, le pregunté a Dios”. La herida grande que salió de todo esto es que llegó a su conciencia que fue abusado de pequeño. “Esto me estaba pasando factura en mi relación con mi familia, en mis relaciones”.  Así le mostró Dios que estaba herido y le invitó a sanar. Así, entró en una crisis. 

¿Quieres conocer cómo termina esta preciosa historia de sanación y conversión? ¡No te lo pierdas, te emocionará!

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