Edwin Molina nace de una familia católica en República Dominicana y aunque su madre tenía cierta fe, él no tenía formación ni conocía los sacramentos. Llegó de joven a Nueva York, a Miami. En su país estaba en una comunidad salesiana pero no existía una fe profunda. Cuando llegó a Miami no tenía una identidad católica y se perdió en el mundo materialista que le ofrecía Estados Unidos. 

“Cuando llegué allí, todo era más calmado y me chocaba. A los cinco meses encontré a una chica que me gustó y una de las cosas que más me gustó fue cuando me dijo que era católica”, explica. Se sintió más seguro de que quería ser su novio, tenía sólo 15 años. “Esa joven hoy es mi esposa. Vivimos un tipo de castidad pero no verdadera. A los dos años fuimos a una parroquia y esa parroquia me gustó porque había muchos latinos”, recuerda. 

A los seis meses de estar en el grupo de la parroquia, le pidieron que sirviera pero Edwin no estaba seguro de ese compromiso. Le comentaron lo que tenía que hacer, que era dar la bienvenida a la gente nueva de la parroquia entre otros asuntos. Resulta que así comenzó. Sin embargo, su novia fue elegida como coordinadora y esto era una implicación mayor. “A la edad de los 18 años vivía por mi cuenta con amigos y esos amigos no eran amigos de la iglesia, eran amigos del mundo, empecé a ir a discotecas a beber y consumir. Todo esto sin decírselo a mi novia. A pesar de esta vida yo seguía sirviendo en la parroquia”, recuerda. 

“Estaba llenando ese vacío de Dios en el corazón de cada humano. Nuestro corazón tiene un espacio infinito que solo Dios puede llenar. Lo estaba llenando con música, alcohol y malas compañías. No llegué al extremo de ser infiel a mi novia”. Su novia y su madre en estos momentos comienzan a rezar mucho por él. Hubo un momento en que su novia ya no podía más. “Mi novia me dijo o es esta vida la que quieres o yo”. En aquella situación no entendía bien esas palabras porque su intelecto estaba nublado por tanto pecado. Edwing prometió que no volvería a esa vida pero fue consciente del enganche que tenía porque volvió a ese mundo. Aún así dentro de sí había algo diferente que su corazón anhelaba. 

“Empecé a cuestionar lo que yo creía sobre mi fe”.  Pasaron tres meses en la parroquia y le ofrecieron ejercer un servicio para liderar diferentes grupos en distintas parroquias. Mientras escuchaba música en el coche de camino al trabajo, se produjo una revelación. “Fue todo muy rápido. En cuanto escucho la letra de la canción, no puedo creer lo que estaba escuchando y cambia mi manera de pensar. Comienzo a llorar”.  Para Edwin ese momento lo cambió todo, podría decirse que fue un acontecimiento milagroso en su vida. “Estaba muy triste de lo que había hecho en mi vida.

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Puedes seguir a Edwin y su apostolado aquí: https://www.instagram.com/edwincatholit/?hl=es