Testimonio de conversión, fe y vida de don Marino Restrepo, fundador de la misión Peregrinos del Amor (Colombia).

Marino creció en una familia católica, él es el número 6 de 10 hijos y a los 14 años le mandaron a la capital, a Bogotá. Ahí se encontró con la cultura y la revolución de la época hippie y todos los cambios generacionales de esa década que lee hizo sin duda alejarse de la fe católica para entrar en un mundo cuya influencia de los americanos estaba muy marcada.

Ya a los 15 años Marino formaba parte de una banda de rock and roll y había probado diferente tipo de sustancias adictivas. “Estaba envuelto en las prácticas de todo el paganismo oriental, del hinduísmo, budismo, sintoísmo, taoísmo, todos los ismos”, explica Marino. Tras este periodo contrajo matrimonio en Bogotá y se marchó a vivir a Alemania, allí estuvo 7 años y allí nacieron sus dos hijos. En la misma ciudad alemana de Hamburgo se formó como actor y compositor. En California donde se trasladó se dedicó muchos años al mundo del espectáculo, sector en el que practicaba una vida totalmente alelada de Dios y envuelta en la Nueva Era porque precisamente California es la capital mundial de esa corriente de pensamiento.

“Estaba en un pequeño paraíso de la nueva era”, explica. Una vida donde primaba la velocidad, el dinero y la fama y donde había poco espacio para Dios. Hasta que llega el momento del año donde todo cambia.

Marino Restrepo es secuestrado en una Navidad al entrar en una plantación de café, es llevado a la selva encapuchado hasta llegar a una cueva llena de bichos. En el día 15 del secuestro cuando él se sentía cada vez más débil, desesperado, destruido como ser humano llegan otros guerrilleros para imponerle las condiciones del secuestro diciéndole que a pesar de que pagaran todo el dinero que pedían, no saldría con vida. En esa cueva y bajo esas condiciones tan adversas es cuando Marino inicia una experiencia mística con una “iluminación de la conciencia”.

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