Luisa es una mexicana que viene de una familia católica pero no practicante. Una vez realizada la comunión todo se va enfriando. Pasan los años y como persona inquieta que era estaba en ese proceso de búsqueda. “Recuerdo que en esa época estaba enojada con la vida”, explica.
A los 35 años es cuando empieza a iniciarse en la Nueva Era. Como Luisa quería quitarse esa ira que tenía pensó que podría ser una buena forma de comenzar con estas disciplinas. Comenzó con la programación neurolingüística y siguió con el Feng shui llegando a tener un espacio de televisión en México de esta temática.
La gran pregunta que tenía con sus compañeros era que cómo teniendo fama, dinero y ayudando a tantas personas, seguía sin tener esa felicidad. Luisa llegó a hacer yoga a lo largo de diez años.
Después de hacer práctica con chamanes y brujas, nada le sanaba, su cuerpo seguía por la noche con esos hormigueos extraños. Recuerda que no podía dormir. Su amiga dentista le dio un consejo y le dijo que fuera a una iglesia pero ella renegaba. La insistía en que escuchara la misa hasta el final, comulgara y se confesara. Esa era la receta. El principal ingrediente era ir con mucha fe a esa misa, pedirle de corazón que realmente le sanara.
Al llegar a misa de 11 tal y como le dijo la amiga sintió esa sanación. “Lloraba y lloraba a pesar de que se había olvidado hasta el Padre Nuestro”. Y es que meses atrás su propia hermana se lo había enseñado pero al estar metida en la brujería todo se le había olvidado. Le impusieron los evangelios en latín y pudo confesarse delante del sacerdote. “Estaba convencida que todo lo que hacía, con el reiki, limpieza de chakras estaba mal”.
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