Laura Reyes es de Bogotá (Colombia) y viene a contarnos la historia de amor que Dios ha hecho en su vida. Nació el día de Santa Teresa de Calcuta. Nació en una familia muy pequeña, es hija única pero rodeada de mucho amor. Su madre siempre ha sido para ella su confidente, una mujer entregada en la fe, humilde, que ha tenido que enfrentar mucho en su vida, es para Laura un verdadero referente. “Mi padre es un hombre de oración aunque no le veía como referente en la fe tanto como a mi madre”. 

Cuando era pequeña,con sólo un año,  sus padres se separaron. A pesar de que su padre era una persona presente pero en los últimos años le afectó que sus padres ya no viviera con ellas. “Generó en mí una herida de abandono en el día a día”, reconoce. Su padre viene de una familia acomodada pero ha vivido situaciones difíciles. Cuando su padre era pequeño se quedó huérfano con un gran número de hermanos. 

“Esto rompió un poco la familia y esa posición económica la tenían que mantener de cara afuera. Crecimos con la idea de que lo más importante era la apariencia”, expresa. Empieza a crecer con esta imagen, con esta identidad.  Su madre y Laura vivían en una situación de vida austera, al revés que sus primos que tenían todo lo que deseaban. Esta sensación la llevó al colegio. Ese querer guardar las apariencias y además intentar ser buena estudiante además de caerle bien a la gente.

Algo que rescata de esto es que la vida con su madre era lo mejor pues podía ser quién ella era, sin tener que esconder nada. Esto le daba la seguridad que no tenía fuera, cosa que con sus tíos y su familia paterna no hacía. Cuando llega a la adolescencia empiezan los comentarios en la familia de la gordura suya en comparación con sus primos. “Me volví más reservada, más tímida y me fueron calando hondo en el corazón”. Estos pensamientos intrusivos hacen que pensara que debía comer menos o hacer ejercicio. Su madre le hacía hincapié en que tal y como era, era perfecta. Pero comentarios tan pequeños podían hacer a una persona que de verdad se creyera esa mentira. 

Contra estos pensamientos luchó durante mucho tiempo. Laura estudió en un colegio católico y la oración siempre estuvo muy presente en su vida, aún así reconoce que era una católica más pero sin de verdad encontrar el verdadero sentido del  por qué Dios estaba ahí. A sus 14 años la situación económica empeora porque su madre pierde el trabajo. La salud de su madre además empieza a empeorar pues su madre es diabética. 

“Un día va al médico y al regreso está muy reacia a contarme lo que le habían dicho. En la cabeza de Laura se le había pasado que le podía ocurrir cualquier cosa menos cáncer. Pero el médico le diagnosticó cáncer de mama. Tenía que afrontar las dificultades económicas más la enfermedad. De un día para otro su madre empeora mucho así que la tienen que internar en el hospital. Su vida se convirtió sin darse cuenta en un verdadero servicio para ella. Pensaban todos que mejoraría de salud. 

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