Testimonio de conversión: De experimentar la persecución del mal al poder de la oración

Abr 22, 2024 | TESTIMONIOS CATÓLICOS

Samantha tiene 20 años y pertenece a la comunidad de misioneros monfortianos y es consagrada a Jesús por medio de María a los 14 años. Si pudiera definir su testimonio de alguna manera sería con la parábola del hijo pródigo y si tuviera que representarlo con algún personaje bíblico sin duda sería con una María Magdalena. 

Su historia parte desde que nació. Nació en Madrid (España) en el año 2003. Su madre era colombiana y su padre chileno. Nació fuera de un matrimonio católico, sus padres eran muy jóvenes y apenas eran una pareja de novios en aquellos momentos. Al poco tiempo de nacer sus padres se separan y por decisión de su madre regresan a Colombia para que sus abuelos la ayudaran. Al no crecer con su padre biológico el Señor considera que le dio la gracia de estar con él y así que el mismo Señor se convirtiera en su Padre. “Cuando creces fuera de un matrimonio, creces con muchas heridas. Tenía muchas heridas en mi alma pero para Dios no había nada imposible”, reconoce. Se rompió en la tierra una relación, pero por la gracia de Dios, toda esta historia se transformó por completo. “Dios transformó mi historia y la restauró”. 

Desde pequeña mi relación con Dios era la de un padre con su hija. Como todo aquello que Dios ama y protege, el demonio no se hizo esperar para tratar de destruir todo aquello que Dios ama. “Desde pequeña siempre experimenté esa guerra espiritual. Experimenté como el demonio realmente te persigue”, explica. Cuenta su madre que cuando apenas era una bebé estaban las dos durmiendo y siente una presencia maligna que se le para encima. Su madre trata de levantarse por su hija. “Trata de gritar y pedir ayuda, pero no puede. Escucha una voz que le dice: tu hija será mía, me voy a llevar a Samantha”. Su madre, que no era muy creyente, le contó que lo único que le pudo librar de ese mal en aquel momento fue el poder de la oración. “Me dice que recitó las oraciones que se acordó. Invocó al Señor y al poco de ocurrir esto me bautizaron”. Así, siguió creciendo como una niña normal. Considera que fue preservada y protegida de muchas cosas. No era una niña de muchos amigos así que no tuvo esas malas influencias. Reconoce que esa fe adquirida fue en parte gracias a sus abuelas. 

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