Emerson Duarte es colombiano y nació en una familia tradicional. Sus padres estaban en unión libre, se decían católicos pero en la familia no eran muy practicantes. Aún así, estudiaron en un centro muy bueno y que les proporcionó una educación que les sirvió mucho. Su padre sí que tenía una devoción a la Virgen de Lourdes. Estaban muy alejados de la iglesia pero en el colegio hacían misas. No estaban bautizados. Estaban esperando tener dinero para poder tener una celebración en condiciones para poder bautizarse. A la edad de los seis años sus padres le inscriben en un curso de música, de guitarra. Sus padres le ayudaron en ese camino que se terminó en convertir en su profesión. “Desde muy pequeño ya tenía ese camino claro. Era lo que me apasionaba”, explica.

Con doce años sigue estudiando en este ámbito. Su padre trabajaba de manera independiente en lo que le iba surgiendo, su madre por otro lado se dedicó a la crianza. “Era muy arraigado a mi padre. En los espacios en los que podía estar con él aprovechaba el tiempo”, sostiene. En noviembre del 2016 llaman a mi madre y nos informan que tuvo un accidente de tráfico. En ese momento Emerson se encontraba en sus clases de clarinete. “No murió en el accidente pero quedó muy mal para finalmente fallecer. Para mí fue un quiebre total”, recuerda. Esa noticia le parte totalmente su vida y es cuando se alejó más todavía de Dios. La vida le iba bien con la música y en su vida y no sabía por qué tenía que ocurrir en ese momento. Su padre era además el que llevaba el peso de la economía ya que su madre llevaba muchos años sin trabajar. 

“Dios mostró su generosidad en forma exagerada. El día de las exequias había mucha gente. Nos sentimos amados. Ese día fue cuando sentí el amor de Dios”. Estas personas que les conocían además tuvieron la generosidad de tener una donación para ellos para que pudieran empezar de nuevo. Aún así, seguía preguntándose el por qué de esta devastación. Ver a su madre llorando no fue fácil. Tuvo cinco trabajos en un año, por las mañanas cocinaba y por la tarde trabajaba. En ese punto seguían alejados de la iglesia. Otros familiares con otras denominaciones cristianas les animaban a acercarse a la fe pero no había manera. 

Un año a su madre la invitan al retiro de Lazos de Amor Mariano y Emerson lo vio muy bien para que se relajara. “Volvió a casa una persona diferente. Se le notaba una confianza y paz que no tenía antes”. La madre comenzó a acudir al Santísimo con mucha frecuencia. No tenían dinero pero su madre les pedía a sus hijos confianza porque Dios iba a “resolver”. “Seguía teniendo ese odio a Dios y no entendía esa tranquilidad de mi madre. No nos obligaba a las cosas de Dios, nos invitaba a acudir con mucho amor”, cuenta.

Su madre, en ese momento inicia esa consagración a la Virgen junto a Emerson y su hermano. La misma persona que invitó al retiro a su madre les invita a ellos. Había una plaza para que acudiera y Emerson animó a su hermano a ir. Por supuesto también regresó cambiado. “En un sábado me bautizaron, hice la Comunión y me confirmé”.  

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