Armando viene a hablarnos de Jesús misericordioso que le llevó a superar muchas dificultades. Vive en Chicago aunque es de México. De pequeño su madre le enseñó a rezar el Rosario pero hubo un momento en su vida en que dió la espalda a Dios. Hubo un momento en su vida en que apareció una enfermedad que avanzaba rápido en el cuerpo de Armando. 

Era una enfermedad que atacaba a su sistema inmune. Fue a ver a diferentes médicos y especialistas. “La doctora le dijo a mi esposa que estaba tan mal que ella creía que no iba a salir adelante ese fin de semana”, explica. La doctora le informó que tendría que tomar medicina toda su vida. “Había una voz interior que me decía que todo iba a salir bien”, subraya. Los médicos le comentaron que su enfermedad podía ser tratada pero no tenía cura. La enfermedad le causaba mucho dolor, en cualquiera de los movimientos que hacía. 

No podía dormir de ninguna forma, ni estar acostado porque le causaba un dolor insoportable. Por la noche se sentaba en la orilla de su cama y le ayudaban a subir sus pies y se quedaba encogido toda la noche. “Solamente cerraba mis ojos. Aprendí que nuestro Dios estaba cerca de mí a pesar de lo miserable que fui con él. Empezaba a alabar su nombre desde que me iba a la cama y le daba gracias”. Una noche escuchó la voz de una mujer pero no sentía miedo, decía frases en español.“Busca un lado de tu cuerpo para que puedan descansar, sentí una esperanza muy grande”.

A su lado derecho, apareció una mano con la palma de la mano hacia arriba. No sabía qué quería decir todo esto. “Miraba esa mano, era una mano joven, muy cuidada, miraba a sus uñas y empecé a observar las líneas que tenía en la palma de la mano. Y de repente miré que había un clavo y salía sangre. La mano izquierda apareció de la misma forma sangrando. De un momento a otro desaparecieron las manos”, explica. Después de este acontecimiento quedó un resplandor. Cuando desapareció la sangre, se dio cuenta que volvía a estar solo espiritualmente hablando y escuchó una voz interna que le volvió a decir: Busca un lado de tu cuerpo para que descanses. 

“Sentí el dolor más fuerte que había vivido pero aguanté para no despertar a mi esposa y mi hijo. Me di la vuelta al otro lado y sentí que caí como en un molde. Sentí inmediatamente un descanso, algo que fluía dentro de mí y bajaba por los pies. No sé explicar bien lo que sentía, las cosas de Dios son difíciles de explicar”, sostiene. No sabe cómo ni cuándo, pero despertó ya al día siguiente. Aquí comienzan cinco milagros que hizo Jesús en la vida de Armando. El primer milagro que experimentó fue que toda cantidad de glóbulos que atacaba su cuerpo no se hizo posible. El segundo milagro escuché la voz de Santa María Faustina Kowalska porque una voz se lo hizo saber. “A ella la llamo mi enfermera de cabecera. Ella aplicó la medicina para que descansara y  me dió un consejo: rezar una oración. 

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