María Valentina Leal se siente hija amada de Dios. Sus padres cuando la bautizaron le dijeron que fue concebida en oración. Fue el regalo de cumpleaños de su padre. “Siempre marcó mi vida mi nombre, el hecho de llamarme Valentina, valiente”, comenta. Y es que su madre era una persona muy social y con un mensaje muy potente. “Se sumaba el tema de la valentía y que además ese nombre fue el de la primera mujer que pisó la luna”. 

Saber la misión desde su nombre. Su misión desde que sus padres la crearon es llevar el mensaje de Cristo con valentía. Desde pequeña, sus padres le llevaban a grupos de oración para aprender sobre la biblia. “Mis padres siempre buscaron que formáramos parte de caminos de comunidad. Veían a amigos de la parroquia y los hijos no siempre llevaban esos caminos y vieron que era mejor hacerlo en comunidad”, comenta. 

Empezaron así, en el camino de la fe. Sus padres ya desde pequeñas les pusieron a leer vidas de santos. Y es que es desde esas edades dónde es cuando uno busca referencias. Fue algo que siempre agradeció a sus padres. “Santa Teresita del Niño Jesús se convirtió en mi amiga. Fue inspirador poder leer a santos. Mis padres me dieron vida eterna con estas lecturas”, sostiene. En uno de estos libros de santos, recordaba que uno de ellos decía que las niñas que se llamaban María debían ser amigas de la Virgen María. “Dije a mis padres que querían que me llamaran María para poder ser amiga de la Virgen María. Con mi perseverancia logré que incluyeran el nombre de María”. 

A María Valentina siempre le gustó cantar pero hubo un momento que se le puso la voz ronca debido a unos nódulos. En el colegio era una niña que cantaba, hablaba. Fue un momento duro porque durante unos meses no podía utilizar la voz para casi nada. “Uno de los momentos más duros fue un día en la iglesia cuando no podía cantar”. Sentir que el domingo estaban cantando el Padre Nuestro y no poder cantar le frustraba. Había una virgen allí y le pidió a la Virgen que le prestara su voz para cantarle a su hijo. 

“Meses después me volvieron a hacer el examen y los nódulos habían desaparecido. Ahí sentí que Dios me estaba haciendo un regalo para hacer misión”. Esa fue la primera manifestación de la Virgen María en su vida. Era la más feliz cantando las canciones en la comunidad. “Empecé a asistir todos los días a la Eucaristía porque los ataques del mundo siguen. Todo esto se lo debo a mis padres”, reconoce. Con 15 años siguió su crecimiento en la fe que combinaba con el deporte. En este año le detectaron una masa en el hospital que le hizo parar el deporte y todo. Y es que como bien explica, Dios quiere que a veces paremos para poderle escuchar. 

¿Quieres conocer el final de esta historia? ¡No te la pierdas y sigue a María Valentina en redes! https://www.instagram.com/lapuertalado/?hl=es