Isabel Arango, es de Colombia pero ahora vive en Madrid. Por la gracia de Dios a lo largo de su vida ha podido experimentar la gracia de Dios y se desarrolló en torno al amor de Marca y Jesús. “Hacía todo conforme a esa meta que es la santidad”. 

La Virgen María siempre estuvo presente en su vida. En su familia desde pequeña siempre se respiró la fe. Así empezó  a percibir la vida de fe, los sacramentos, tuvo un gran ejemplo con la propia vida familiar. Más adelante, cuando Isabel tenía 10 años, a  un hijo de una amiga de su madre empezaron a salirle nódulos en la garganta. 

“Fue una situación muy dolorosa para la familia de él y para mi madre, empezaron a rezar el Rosario de los Dolores. Empezamos a reunirnos varios niños para rezar por la salud de Joaquín, todos los miércoles y así poco a poco empezaron a llegarnos peticiones de niños enfermos que necesitaban oración”, explica. Cada primer miércoles de mes comenzaron con este bonito apostolado. “Éramos nosotros los que dirigimos la Coronilla”, recuerda.

Vieron muchos milagros, sanaciones, curaciones. “Vimos muchos milagros que pudimos presenciar pero lo que más me impresionó es el poder de Dios en la oración, el poder de la fe de un niño”. Y es que tenemos la visión de un Dios inalcanzable como bien explica Isabel y su historia demuestra lo contrario. Dios se manifestó en su historia de pequeña, fruto de la oración. En ese momento Isabel aprendió del poder de la oración.

La lista de niños enfermos era enorme. Así poco a poco este apostolado continuó y se llamó Rosario de los niños por los niños. Fueron abriendo rosarios en diferentes parroquias y países. Uno de los grandes frutos de estas oraciones fue la sanación de Joaquín. 

Siguiendo en este apostolado llegaron a conocer la Fundación proyecto Unión que recibe a niños enfermos, con enfermedades terminales cuyas familias les habían abandonado. “Los recibían en ese hogar para darle la vida más digna posible hasta su encuentro con Jesús”, recuerda. 

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