Belén tiene 32 años, se forma en traducción e interpretación pero hace poco se formó en la lectura en voz alta y cómo en esta profesión ha encontrado la razón de vocación profesional. En su vida personal está casada y es madre, lo de ser madre no entraba dentro de sus planes pero su marido sí que tenía ese deseo. Al nacer su primera hija se enamoró de la maternidad. Los testimonios que escuchaba sobre maternidad no eran buenos pero ella quería formar su proyecto de familia. El trabajo que desempeñaba no encajaba bien con su plan de tener hijos. 

“Al principio sentí un vacío enorme, como si el trabajo hubiera sido lo único que llenaba mi vida. Fue un tiempo duro, en busca del sentido profesional en mi vida. Lo que no sabía es que ese sentido iba a encontrarlo dentro de mi familia”, explica. Dentro de esta nueva rutina entraba el de formarse más en la fe. 

“Me empecé a enamorar de cada palabra. Una amiga me animó a ahondar en mis virtudes y en investigar en la vida de los santos”, explica. Esta misma amiga también la animaba a rezar el rosario para saber qué era lo que Dios quería de ella. “Tenía una fe pasiva en ese momento a pesar de que iba los domingos a misa”. Al principio no tenía ni idea de rezar el rosario. “Luego me di cuenta lo que suponía en la vida de una persona el rezar el rosario”, sostiene. 

Siempre ponía una excusa para no rezar el rosario. “Al final la Virgen me llevó de la mano. Leía y lo aprendía mientras mi hija estaba a mi lado”, cuenta. Desde ese momento tanto por la recitación del rosario como por la de contarle cuentos a su hija, se dió cuenta que no era una rutina más. “El amor por las palabras y las historias, surge del núcleo familiar. Dios me estaba pidiendo construir una familia unida que antes trabajando no podía realizarlo”, explica.

Justo cuando pensaba que no tenía un propósito en su vida, Dios le mostró que su vocación estaba al lado de su hija con la lectura en voz alta. “Esto daba una conexión afectiva muy grande con los hijos”, cuenta. En este proceso se fue dando cuenta que había algo muy grande. El mensaje era el estar presente en la familia a través de las lecturas en voz alta, esa parecía ser su misión. Y es que siempre se puede sacar unos minutos al día para los hijos según explica la propia Belén. 

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