Tacles es el más grande de sus hermanos, es de un pueblo de Guadalajara en México y sus padres siempre le educaron en la fe. “Viví una fe muy sencilla gracias a mis padres, considero que tengo una fe adolescente pero a la vez madura”, reconoce. Tiene la afición de leer vidas de santos. Sus mejores amigos fueron sus padres y sus hermanos. En la escuela tuvo que soportar bullying y su mejor ambiente era su barrio. El fútbol fue parte de lo que Jesús utilizó en su vida para evangelizarle y hacerle saber que él estaba ahí a pesar de lo mal que lo pasaba en el colegio. 

En la universidad fue algo complicado porque en esa época había una corriente política muy fuerte. Le daba rabia cuando decían que no existía Dios. Sin estar tan formado, reconoce que las oraciones de su madre dieron frutos y él siempre fue consciente de la existencia de Dios. En la actualidad está casado y tiene dos hijos. Su padre llega en un momento de su vida que le propone ir a misiones y en misiones va a un pueblo muy pequeño, muy castigado en temas de pobreza extrema y crimen organizado. 

También participó en programas de radio donde hablaba de liderazgo y muchos temas formativos católicos. En un congreso de líderes por la vida conoce a una persona de España que le invita a hacer el camino de Santiago. “Hice 7 días desde Sarria hasta Santiago de Compostela y en esa época es cuando conozco la historia de los cristianos perseguidos. No lo entendía y pensaba que era mentira”, expresa.Empieza a leer sobre este tema, se prepara mucho sobre temas católicos. 

Le invitaron para ir a Oriente Medio pero sentía que no estaba lo suficientemente formado para ir pero aún así fue. Se llevó su cámara para poder evangelizar a través de su cámara. “Dios por algo hace las cosas y si pones los talentos al servicio de él, él te llevará al evento donde nadie más va a poder ayudar como tú. Hay que entender que somos buenos para algo”. 

Tacles nunca buscó ir a Irak y fue en el 2017 justo cuando el Estado Islámico estaba matando a diestro y siniestro. “El Estado Islámico quería eliminar cualquier vestigio cristiano y occidental”, cuenta. Tres días antes de irse de viaje, se lo dijo a sus padres porque si lo hubiera dicho con más tiempo no le hubieran dejado viajar. Su madre lo único que le dijo es que solamente le podía dar la bendición.  Llegó allí y llevaba consigo un escapulario. Una persona que le acompañaba le dijo que se lo guardara porque podía ir a prisión sólo por eso. “Sentí miradas de odio. Llegamos a una parroquia y a pocos metros escuchaba balazos, quemándose una casa, veía tanques”, recuerda. 

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