El padre Salvador se ordenó hace ya 14 años. Creció en la parroquia y compartía su fe en la parroquia con el resto de jóvenes. “Era muy mal estudiante y empecé a estudiar formación profesional por estudiar algo. No me veía como electricista”, recuerda.
En su vida apareció un vicario que resultó importante en su vida de fe. “El Señor tocó su corazón y comenzó la llamada a la vocación a través del ejemplo del sacerdote”, recuerda. Salvador, el mayor de los hermanos; sus padres veían en él ya la vida hecha con un trabajo, novia. Cuando les informó de que iba a entrar al seminario sus padres obviamente no se lo esperaban.
“Ahí empezó la gran aventura del seminario, no fue fácil la convivencia”, explica. Los momentos de soledad, de tristeza, de dudas, fue una época complicada. Fue en el 2008 cuando se ordenó sacerdote y comenzó con 25 años y sin experiencia a servir a la Iglesia en pequeños pueblos de Valencia.
Llegar a los jóvenes siempre fue un reto para Salvador y empezó a indagar en qué es esto de la evangelización. Hay que decir que en este camino de fe tuvo su momento de crisis. “El Señor nunca me abandonó, me desinfle porque trabajar con jóvenes es duro y no siempre te llevas los frutos que deseas”, reconoce.
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