María Ángeles es de Córdoba pero siempre la llaman Angie. Viene de una familia practicante, católica. Su padre era representante de productos y llega un momento en el que deciden buscarse otro futuro y se mudan a un municipio de Madrid. A los 15 años entra en un grupo de jóvenes de la parroquia. Era un ambiente muy sano.
Aquí empieza a notar que no tenía la fe de sus padres. Angie acudía realmente para estar con sus amigas. En este grupo conoce al que sería su marido, José. Comienzan una amistad muy bonita y sana para los dos. En ese momento era un chico inquieto, en ese camino de búsqueda. En esos momentos viene un chico de Barcelona y le invitan a ir a cursillos de cristiandad y la vida de José se transforma. Empiezan a contagiar al resto del grupo este entusiasmo. De esta manera, forman un grupo para caminar en la fe, en este grupo había personas de todas las edades.
Esa amistad de adolescente empieza a crecer y se transforma en amor. En el año 1980 comienzan su relación de noviazgo. Vivieron un noviazgo profundo y muy bonito. “Buscábamos en nosotros un encuentro, preparándonos para un matrimonio cristiano. Seguían aplicándose más en cursillos de cristiandad”, explica. Fueron momentos donde ocurrieron muchos acontecimientos: falleció el padre de Angie, la mili y el suspenso de las oposiciones por parte de José. Fueron dos años muy intensos. José se centró en estudiar, estudiando 14 horas diarias en el mayor de los casos.
Finalmente aprobó las oposiciones y en ese momento ya deciden casarse. “Nos casamos en el Señor el 5 de julio de 1986 inmensamente enamorados y convencidos que cuando Dios pensó en mí en la eternidad nos pensó juntos”. Tienen dos hijas, María y Clara. En el verano del 89 a su suegro le detectaron un cáncer terminal y José decide estar con él. Volvieron a su parroquia de siempre, se cambiaron de casa, de Ciudad Real a Leganés. Estos primeros años fueron un gran regalo del Señor, según define Angie.
En ese momento José fue elegido presidente de Cursillos de Cristiandad. “Fueron meses muy intensos, el Señor nos pidió mucho pero también nos dió mucho”, cuenta. Estuvo cuatro años de presidente. Las niñas van creciendo y comienzan los problemas con las niñas. “Ellas van alejándose de las prácticas del Señor. Pensamos que forzarlas no iba a ser bueno. La libertad de los hijos de Dios. Lo llevo mal, José lo lleva mejor”. Angie entra en una crisis de fe, pero ahí siempre estaba José para darle tranquilidad. En este momento una de las hijas se siente con muchos dolores en el estómago. Le hicieron pruebas y le diagnosticaron la enfermedad de Crohn. Tiempo después también se la detectaron a su otra hija.
En el 2013 se encuentra mal, se encuentra cansado, débil. Llega un momento en que una amiga de ellas, enfermera, ve las analíticas y les dice que esa insuficiencia renal que tiene, tiene un origen. Los resultados dicen que también tiene la enfermedad de Crohn pero de una forma más agresiva afectando los órganos. “Empieza la diálisis y le deja muy débil. Nunca le escuché quejarse”, recuerda. La entrega de Angie es total. “Él se aferra mucho al Señor y los dos nos ponemos en sus manos. Intentamos vivirlo aceptándolo. Su deterioro”. Ingresa en la lista de espera para un trasplante. En junio de 2015 les llaman avisándoles de que había un riñón que podía ser compatible. Tuvo muchas complicaciones, y le comunicaron que podría estar en peligro su vida. Finalmente le dan el alta. “Me dijo: lo que nos quede de vida, hay que dar la vida de Cristo, me dijo”. Su amor creció en este tiempo y José, se abandonó al Señor. Cuando estaba muy mal en el hospital rezaban juntos. “Hemos rezado muchos rosarios en el hospital”.
¿Quieres conocer cómo termina esta preciosa historia de amor y confianza en el Señor?
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