Para Deborah y su madre su trabajo en el taller es algo más de un trabajo. Cuando muchas personas acuden al taller a pedir un icono trae una historia detrás. “Empezamos a trabajar sobre las imágenes y se fueron muy emocionados, el icono tocaba la vida de esa familia”.
Ellas realizan su trabajo en oración, “nosotras tenemos un momento de intimidad cuando por ejemplo estamos pintando un icono de la Virgen. Nosotras nos sentimos llamadas a esto, iconos que puedan estar en los hogares, en las Iglesias”.
Un trabajo que ha ido creciendo más de lo que ellas mismas imaginan. “Mandamos iconos a otras partes del mundo.
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