Marta Moreno es religiosa de Jesús María, y viene a contarnos su historia de vocación. Nació en Medellín, Colombia es un barrio popular. Cuando tenía 6 años le tocó vivir la época de Pablo Escobar. Un panorama de mucha violencia. Recuerda a su padre como una persona muy exigente en la educación, tenía una especial protección hacia ella. Su madre era una persona de gran fe. “Mi madre nos llevaba a Misa y conocí la infancia misionera”.

Sentía que tenía dos entornos muy protectores, la parroquia y la escuela. “Hubo compañeros que se metieron en los temas de drogas, sin embargo yo estaba aparte de todo”, explica. La hermana Marta entonces comenzó a sentir ese llamado ya desde joven. En la adolescencia se enfrió mucho esa vocación. En su caso, la hermana Marta nunca fue una hermana rebelde pero pasó algo que le hizo volver a los orígenes y de alguna forma a Dios.

Con 15 años tuvo una gran pelea con una compañera. “Esta chica me hacía bullying y ahí se dió la situación”, recuerda. Cuando las llevaban para comulgar ella no acudía porque realmente no quería perdonar a esta chica. En una clase de Religión, la profesora les hizo cerrar los ojos para rezar y empezó a llorar. “En ese momento sentí que alguien me estaba abrazando y me decía, tranquila”. 

Fue en ese momento cuando me dí cuenta que tenía que volver a la parroquia. Perdonó a la chica y por supuesto se confesó. “Volví otra vez a recordarme aquello que ya había pensado en su momento de ser religiosa”. Junto con las hermanas del colegio se decidió a realizar una experiencia vocacional. “Íbamos a barrios que necesitaban ayuda, con esas actividades la felicidad le duraba toda la semana, nada que ver a cuando me iba de fiesta con mis amigos, veía que esto de ayudar a la gente y de vivir una vida de oración y estar cerca de Dios era mi camino”, explica.

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