Testimonio católico: De la tragedia por el COVID a volver a casa con la confesión

Jun 6, 2024 | TESTIMONIOS CATÓLICOS

Maite es ilustradora y artista católica. Pinta el amor de Dios para crear recuerdos inolvidables. Siente que de alguna forma Dios la ha traído hasta aquí. “Dios nos va preparando en el camino y que nos va trayendo a un lugar para encontrarnos de nuevo con él”, resalta. Maite nació en una familia católica normal. Iban a misa todos los domingos, tomaban los sacramentos. En Ecuador, país de dónde es, tienen una devoción especial a la Virgen María. “No era de ir a misa todos los días, ni rezar el Rosario en familia”. Era una fe por costumbre, por tradición. A pesar de todo, lo considera como una semilla. Pasó el tiempo, se marchó a estudiar fuera a Italia, y ahí se alejó un poco de Dios. Siempre le gustó visitar las iglesias, lo veía desde el punto de vista del arte. “Siempre me llamó la atención el arte y encontrar la belleza en los detalles, en lo cotidiano”. Al comienzo sí que reconoce que acudía a la misa, pero se fue alejando de esta práctica. Hoy mirando para atrás reconoce que Dios siempre estuvo presente en ese camino. 

Cree que de alguna forma le daba vergüenza reafirmarse en su fe, no era tan cool ser católica y eso le llevaba a ocultar esa fe que tenía. “Siempre he sentido esa atracción por el arte religioso. Cuando me siento mal, cuando hay algo que me hace sentir mal, gracias a Dios se que tengo que acudir a la iglesia”. Mientras estudiaba, había momentos en los que le surgían dudas, había crisis en su país, su energía se bajaba y estando estudiando fuera se llegó a sentir deprimida. Esa sensación le hacía ir a casa y ese ir a casa significaba ir a la iglesia. Un día le tocó confesarse en una iglesia de Florencia con un sacerdote mayor que recuerda siempre feliz y acogedor con ella. “Me invitó a un grupo de jóvenes de la parroquia. Asistí a un par de reuniones, pero una vez más no era cool y dejé de asistir”, reconoce. 

Pasó el tiempo, regresó a Ecuador y dejó de confesarse y a ir a misa. Se dedicaba al trabajo, estudio y a salir con las amigas. En una Semana Santa se confesó y fue para ella como un regreso a casa. “La confesión me hizo respirar. Fue muy bonita. El padre me dijo el versículo del hijo pródigo”. No paro de llorar. A partir de ahí regresó a casa, intentaba acudir a misa más y acudió a un retiro a pesar de que no tenía muchas ganas. Los testimonios que allí escuchó le llegaron al corazón. Seguía trabajando como diseñadora en aquel momento, trabajaba en la moda, era mucho trabajo y estrés lo que vivía. Para el 2014 dejó de hacer zapatos y se centró en pintar. Comenzó a encontrar un poco de calma. 

Puedes seguir su trabajo aquí: https://www.instagram.com/maites.art/

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