La vida de Santa Teresa de Liseiux no siempre fue fácil, y aunque a menudo estaba rodeada de amigos y familiares amorosos, a menudo se sentía sola y luchaba contra la depresión. Estos sentimientos de soledad se produjeron en su infancia, así como durante su tiempo en el monasterio. Teresita escribió: “Es cierto que en estos períodos de soledad a veces me sentía triste, y solía consolarme repitiendo esta línea de un hermoso poema que papá me había enseñado: “El mundo es tu barco, no tu hogar”.
Curiosamente, está citando incorrectamente un poema de Alphonse de Lamartine, titulado “Reflexión”. En él escribe: “El tiempo es tu barco, no tu hogar”. Sin embargo, esta frase mal citada le dio mucho consuelo, como explica en su autobiografía. “El símbolo de un barco siempre me deleita y me ayuda a soportar el destierro de esta vida… Cuando mis pensamientos discurren de esta manera, mi alma se pierde como en el infinito. Me parece ya tocar la Costa Celestial y recibir el abrazo de Nuestro Señor. Me parece ver a la Santísima Virgen que viene a mi encuentro, con mi padre y mi madre, mis hermanitos; y me imagino disfrutando de las verdaderas alegrías familiares por toda la eternidad”.
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