Todos, alguna vez hemos escuchado la expresión, “en martes ni te cases ni te embarques. Lejos de lo que puedas imaginar, este refrán no tiene su origen propiamente en la celebración del matrimonio como actualmente se concibe, ni en el hecho de que puedas realizar un viaje de vacaciones, sino que se fundamenta esencialmente en las supersticiones de los romanos. Y es que, en tiempos del imperio romano, el martes estaba considerado como el día predestinado a los conflictos y a las guerras y esta creencia se fundamentaba sobre todo en que dicho día estaba dedicado a Marte, el Dios de la Guerra, quién les aseguraba protección a los ejércitos de Roma para obtener triunfos en sus batallas y conquistas.

Pero al mismo tiempo, los mismos romanos tenían la creencia, que rayaba en la superstición, de que, así como Marte les proporcionaba una gran protección durante las guerras que se verificaban ese día de la semana, se las retiraba en la atención de asuntos más cotidianos, como lo era realizar negocios o cerrar algunos tratos en esas fechas. Hay que recordar que en la antigüedad la gran mayoría de los viajes, sobre todo los que se realizaban en barco, tenían como objetivo fundamental realizar negocios o acuerdos mercantiles.

Por ello, a partir de sus supersticiones, los romanos evitaban en lo posible embarcarse o realizar algún recorrido para cerrar un trato o un acuerdo el martes, pues tenían el temor de que este podría salir mal. Los romanos consideraban que las únicas acciones o actividades que se podrían realizar los martes y que resultarían exitosas eran las relacionadas con las guerras y conquistas, pues creían que en todo momento contaban con protección del Dios Marte.

Bajo esta premisa, y fundamentados en sus supersticiones, los romanos evitaban además llevar a cabo cualquier tipo de vinculación esos días para que no fracasaran, y este aspecto se incluían los matrimonios.