Durante la misa, pasada la consagración, la asamblea reza con el sacerdote el Padrenuestro. Algunas personas lo hacen abriendo las manos: ¿qué significa este gesto y qué dice el misal al respecto?
El misal es un libro preciso y abierto. Para regular los ritos de la Misa, además de los textos pronunciados por el celebrante y la asamblea, el libro litúrgico contiene rúbricas. Estas indicaciones permiten saber qué debe hacer cada uno según las circunstancias.
Pero la liturgia es, como toda Revelación, encarnada, y por eso existen zonas grises. O mejor, posibles adaptaciones para que los gestos y las palabras de la Misa sean entendidos por todos, en un tiempo y en un lugar.
Se proponen así varias fórmulas para determinados momentos de la misa, relajamientos autorizados según la cultura y los fieles que el sacerdote lleva consigo. Y luego están esos momentos de los que no se dice nada. Este es el caso del Padrenuestro, en el corazón de la Misa. Después de la Plegaria Eucarística, concluida con la doxología, asamblea dice -con el sacerdote que preside- la oración «que Jesús nos enseñó».
Los epígrafes indican que el cura debe extender las manos, pero no dicen nada sobre las manos de los fieles. Sin embargo, algunas personas también las abren…
Litúrgicamente, este signo de las manos extendidas hacia el cielo por parte del sacerdote es el de la mediación ascendente. El celebrante usa ese gesto cuando ora a Dios en nombre de los fieles, haciendo de vínculo entre la tierra y el cielo. En cambio, imponer las manos, es decir, extenderlas con las palmas hacia abajo, es un signo de mediación hacia abajo. El sacerdote es entonces aquel por quien Dios bendice a su pueblo. Como el misal no se pronuncia, nada impide que los fieles abran las manos en el momento del Padrenuestro.
Con ello manifiestan que la oración que rezan es una interpelación al Padre, y que todo bautizado es, en su lugar, “sacerdote”, es decir, mediador entre Dios y los hombres.
Esta dimensión fue subrayada de manera diferente antes de la reforma litúrgica de 1969. En la Misa de San Pío V, el sacerdote dice el Padrenuestro solo, y por lo tanto vuelve sus palmas solo hacia el cielo. Ahí se destaca el sacerdocio ministerial, más que el sacerdocio bautismal.
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