Cuatro veces vino a mí un sacerdote desde el purgatorio y me dijo “tengo que sufrir tanto porque hice quitar la balaustrada (del presbiterio) y obligaba a la gente a recibir la Santa Comunión de pie” Y de esto podemos deducir que hay algo que no está bien.

Aunque es verdad que el papa permitió que fuera posible recibir la Santa Comunión también de pie, especialmente allí donde uno no puede arrodillarse bien, o aquellos que no son capaces de arrodillarse.

Sin embargo, el que quiera recibir la Santa Comunión de rodillas debe tener la posibilidad de hacerlo, incluso si fuese con una pequeña balaustrada o un reclinatorio, y esto podemos pedírselo a cualquier sacerdote porque este es también el deseo del Santo Padre.

Y ahora pasemos a considerar la comunión en la mano. ¡Lejos las manos de la Santa Comunión!

Un sacerdote difunto (siempre hablo de las ánimas) vino a mí y me dijo: “debo sufrir mucho porque insistí en que la gente recibiera la comunión en la mano.”

Si un sacerdote o un obispo supiera qué responsabilidad asume introduciendo o insistiendo en el hecho de que la gente reciba la comunión en la mano, se detendría de inmediato. Y si me preguntas “¿por qué entonces el Concilio lo permitió?” le responderé que ningún concilio ni ningún papa ha dado nunca el permiso para dar la comunión en la mano en la iglesia. Quienes lo introdujeron fueron los cardenales masones. Y los sacerdotes y obispos están tan ciegos a este respecto que ni ellos mismos entienden lo que están haciendo. Así que un laico, alguien como nosotros, lo ve casi mucho mejor, porque reza y se sacrifica para que la Iglesia se ponga de nuevo en la dirección correcta.

Siempre fue el pueblo la que salvó a la Iglesia, también en los siglos XIV y XV. Entonces el pueblo oró y se sacrificó hasta que las cosas cambiaban para mejor. Un alma me dijo que los rusos habrían ya habrían ocupado Alemania si en Alemania no hubiese tantas personas que oran y se sacrifican en los diversos y tantos santuarios repartidos por toda Alemania.