¿Las mascotas van al cielo?

Jun 15, 2023 | CURIOSIDADES

Hoy en día, el amor por los animales ha ido creciendo y muchas personas aman tanto a sus mascotas que las consideran miembros de la familia y con esto también nos gustaría que fueran al cielo como el resto de familiares.

Por eso, no faltan los dueños de mascotas muertas que desean que se celebre misa por su eterno descanso y llevan las cenizas para que el sacerdote las bendiga. En qué apuros nos vemos para explicarle a los dolientes que su animalito amado no tiene una vida sobrenatural y que no hay necesidad de orar por él.

En el Génesis leemos que Dios creó los animales como compañía y ayuda para el hombre. La historia de la humanidad nos enseña cómo ese mismo hombre aprendió a convivir con los animales y los hizo parte de su vida. Dicen los que saben que el primer animal domesticado fue el perro, después vinieron las ovejas, las vacas, el caballo, el camello, el noble burro y otros animales que conviven con nosotros.

El hecho es que, aún en nuestros días, necesitamos de los animales para nuestro sustento, para que nos ayuden en nuestro trabajo y para que nos hagan compañía. Por eso tenemos que agradecer a Dios por este hermoso regalo. Pero, los hombres somos crueles con los animales y nos portamos mal con ellos, por eso ha sido necesario que la comunidad ponga leyes que los proteja del maltrato. La Iglesia nos enseña también que es pecado la crueldad con los animales y con la creación en general. San Francisco de Asís que amaba mucho a su Padre Dios, amaba también a las creaturas de Dios y las consideraba sus hermanas. Por eso el día de san Francisco es también el día universal de los animales y él es patrono de la ecología. Hay que reconocer la realidad de que nuestra mascota, cualquiera que sea, es casi, casi humana; pero no es humana.

El alma del hombre sobrevive a la muerte del cuerpo porque es el mismo espíritu divino insuflado por Dios a su creatura para hacerlo a su imagen y semejanza. El hombre tiene comienzo, Dios le crea un alma nueva cuando sus padres le crean un cuerpo, pero el hombre es inmortal. Muere su cuerpo y descansa hasta el día de la resurrección el que se volverá a unir con su alma. El alma humana, al morir el cuerpo, sigue viviendo.

Los animales, en este caso, no son humanos, no son imagen y semejanza de Dios, aunque reflejan maravillosamente la bondad de Dios. Al morir, también muere el alma que les daba vida. Ya sólo permanecen en nuestro recuerdo agradecido porque en ellos vislumbramos la providencia del Creador que nos los dio como compañía y ayuda.

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