Corría el año 1797, un año sin duda agitado por la Revolución Francesa. En un pequeño pueblo tirolés de Austria, llamado Absam, la Virgen se aparece a la joven Rosina Puecher.
Os contamos el testimonio que fue escrito por su hermano Johan Puecher a la edad de 76 años y en presencia de dos testigos:
«El 17 de enero de 1979 mi hermana, una joven ya formada de 18 años de nombre Rosina cosía en la sala de la planta baja sentada a la mesa frente a la ventana. De repente entre las 3 y las 4 de la tarde, notó algo que a memoria de hombre nunca antes se había visto: una imagen de la Virgen había aparecido pintada en el interior de una ventana.
Rosina, agitada, llamó a su madre, que también estaba presente pero en otra parte de la habitación. La madre se acercó apresuradamente y al principio se asustó un poco al ver la imagen de la Santísima Virgen porque pensó que a mi padre o a mí nos podría haber sucedido algo en la salina donde trabajábamos.
Por eso le dijo a mi hermana Rosina, ‘hay que orar’, y así lo hicieron. Al terminar la oración, la madre limpió con un trapo la imagen de la Santísima Virgen porque se veía como si estuviera empañada en el cristal; pero en cuanto se lo hizo la imagen se rediseñó como antes.
La imagen volvió a aparecerse el martes y el jueves siguiente cuando mi padre y yo volvimos a casa desde la montaña. Con alegría y asombro vimos lo que había sucedido mientras tanto. El 17 de enero de 1797 cumplí 16 años y todo lo que vi lo guardé en la memoria», relató el escrito.
La Virgen de Absam, es muy querida y es considerada muy milagrosa; de ello da testimonio la cantidad de exvotos que le han donado por agradecimiento de los fieles. Además toda la familia de Benedicto XVI siempre le tuvo una gran veneración.
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