LA ASOMBROSA ANÉCDOTA DEL MARTIRIO DE SAN LORENZO

Ago 10, 2022 | CURIOSIDADES

San Lorenzo fue un diácono que murió martirizado en 258 en una de las esporádicas persecuciones que organizaban los emperadores romanos.

Es muy conocida la anécdota de su martirio, que pese a ser cruel, San Lorenzo tomó a motivo de broma hasta el preciso momento de su muerte. El gobernante de Roma hizo que lo quemaran en una parrilla.

Cuenta la tradición que los cristianos podían ver  el rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísimo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso.

Pero lo que más asombró a los verdugos de San Lorenzo es que este se tomaba a broma su propio martirio. Les dijo: “Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo“. El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: “La carne ya está lista, pueden comer“.

Con toda tranquilidad rezó por la conversión de Roma y la predicación de Cristo en todo el mundo y falleció el 10 de agosto de 258.

Pues resulta que San Lorenzo le causó una gran afrenta al orgullo y la codicia del gobernante de Roma, quien en su odio lo hizo quemar.

En el contexto de la persecuciones asesinaron al Papa San Sixto II. Viendo que el final se acercaba, San Lorenzo tomó todos los elementos de valor que halló, los vendió y se los dio a los pobres.

Pero el gobernante de Roma que era muy codicioso, mandó a llamar al santo y le dijo: “Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones tienen candelabros muy valiosos. Vaya, recoja todos los tesoros de la Iglesia y me los trae, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar”.

Le pidió al gobernante que le diera tres días de plazo para reunir todos los tesoros de la Iglesia. Y en esos días, el santo  fue invitando a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas.

Y al tercer día los hizo formar en filas, y mandó llamar al alcalde diciéndole: “Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador“.

El gobernante de Roma llegó muy contento pensando llenarse de oro y plata y al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente, pero Lorenzo le dijo: “¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más apreciados de la iglesia de Cristo!“.

Y el alcalde lleno de rabia lo hizo martirizar en una parrilla.

¡San Lorenzo, ruega por nosotros!

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