Ocurrió en el año 1486; en Verona vivían tres amigos zapateros que procedían de Novara, y que se llamaban: Guglielmo, Gianantonio y Giampietro.
Los tres ganaban muy bien en su taller, eran reconocidos por su trabajo en la ciudad. Giampietro era muy prudente, ahorraba todo lo que podía para comprar una casa y formar una familia. Al contrario Gianantonio y Guglielmo derrochaban sus ganancias en vicios y trasnochadas.
Un día Giampietro les reclamó su estilo de vida y les dio su ejemplo, comentando que ya había logrado reservar 50 ducados, una suma considerable para aquellos tiempos.
Los amigos, envidiosos y codiciosos, decidieron tenderle una emboscada para matarle y robarle. Para ello le invitaron al mercado de Lonigo, un pueblo cercano.
Los tres se prepararon para el viaje, e iban armados, pues en aquellos tiempos abundaba la violencia y los robos. Gianantonio llevaba un cuchillo de doble filo (pistolés), Guglielmo una espada y Giampietro una daga. Pasaron la noche en Lonigo, querían ofrecerle una «ultima cena» a su amigo; y por la mañana fueron al mercado donde compraron, entre otras cosas, unas telas blancas.
Luego tomaron el camino de regreso y a pocos kilómetros del pueblo, cerca de la iglesia de S. Pietro in Lamentese, se detuvieron. Giampietro, en un momento dado, abandonó temporalmente la carretera. Fue entonces cuando Gianantonio y Guglielmo llevaron a cabo su plan asesino. Gianantonio saltó sobre él y le dio una cuchillada directa al corazón; mientras Guglielmo le ayudaba sosteniéndolo firmemente en el suelo, para que las cuchilladas fueran certeras.
Tras el asesinato, se apoderaron de todo lo que llevaba y del dinero, y se escondieron en la cercana iglesia de san Pietro para poder repartirse el botín. Colocaron todo sobre el altar y empezaron a contar los ducados. Pero Guglielmo mirando una pintura de la Asunción de la Virgen, arrepentido, dijo:
– ¡Hicimos mal! ¡Hicimos una cosa terrible!
Gianantonio respondió:
– Nadie lo sabe
Guillermo respondió:
– ¡Ellos lo saben! (indicando la Virgen), ¡Dios y la Virgen María!
Gianantonio, maldiciendo, concluyó:
– ¡Si creyera que esta Virgen María sabe de lo que hicimos, le daría diez cuchillazos! ¡Así, así y así!
Diciendo esto, tomó el cuchillo todavía ensangrentado y golpeó la imagen en el ojo izquierdo y el pecho. El cuadro salpicó sangre y la pintura cambió de aspecto como si estuviese viva: la Virgen separó las manos y bajó la cabeza; se llevó una mano al ojo herido y la otra mano cerca del pecho, en un acto de dolor.
Los dos criminales, asustados, huyeron a Verona. Pero el crimen y el milagro fueron inmediatamente descubiertos por los habitantes del lugar, que denunciaron el hecho.
Las autoridades de Verona lograron condenar y ejecutar al arrepentido Guglielmo, que al final de sus días murió dignamente como «el buen ladrón». Pero el otro brutal agresor huyó, excluido para siempre de la entonces República de Venecia.
El obispo de Vicenza, Pietro Bruti, inició una estrecha investigación, sobre lo sucedido y en 1492 el proceso se dio por concluido. Siete testigos habían probado su veracidad.
El lugar se convirtió en destino de peregrinación y devoción, y la Virgen María siguió obrando milagros respondiendo a las devotas oraciones de los fieles.
(Fuente: Aleteia)
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