En diciembre de 2004 el Papa San Juan Pablo II explicó el significado del árbol de Navidad, uno de los elementos tradicionales de las fiestas de fin de año en hogares y establecimientos en todo el mundo. Se trata, explica, de una costumbre antigua, “que exalta el valor de la vida, porque en la estación invernal el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere”. Por lo general, resaltó el Papa peregrino aquel día, “en el árbol adornado y en su base se ponen los regalos navideños.
Así, el símbolo se hace elocuente también en sentido típicamente cristiano: nos recuerda el ‘árbol de la vida’ (cf. Gn 2,9), figura de Cristo, don supremo de Dios a la humanidad”. Por tanto, concluyó San Juan Pablo II, “el mensaje del árbol de Navidad es que la vida permanece ‘siempre verde’ si se convierte en don: no tanto de cosas materiales, cuanto de sí mismos: en la amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca”
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