Cualquiera de nosotros hemos sido tentados en algún momento de nuestras vidas, incluso el mismo Jesús. Previo a entregar su vida, Jesús fue llevado por el Espíritu Santo para orar y ayunar. Pasó 40 días y 40 noches sin comer, tiempo que lo puso en una situación de vulnerabilidad y durante el cual el demonio le hizo tres grandes tentaciones.
Primera tentación: convertir las piedras en pan, una clara intención de romper con el ayuno y todo sentido religioso de aquellos cuarenta días. La segunda tentación: Si eres el hijo de Dios, lánzate. Jesús le contestó: también está escrito: no tentarás al Señor tu Dios. Tercera tentación: te daré todo esto si te postras y me adoras, el diablo lo llevó a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo. Jesús le respondió: ¡Retírate Satanás porque esta escrito, adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás! ¿Qué podemos aprender de las tentaciones de Jesús en el desierto?
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