El próximo 20 de junio se cumple un año del asesinato de los padres jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos en la iglesia de la misión de Cerocahui, de México. La Conferencia del Episcopado Mexicano ha anunciado que ese día, todos los templos de México sonarán sus campanas a las tres de la tarde, en memoria de los padres jesuitas y de los miles de asesinados y desaparecidos que hay en el país.
La violencia en México parece imparable. Las últimas cifras hablan de que en los cuatro años y medio que van de la presente administración los homicidios dolosos llegan a 150,000 y las desapariciones alcanzan la tremenda cifra de 30 personas cada día. Para muestra (y vergüenza del pueblo católico mexicano) el ataque en el que perdieron la vida los jesuitas, junto con el guía de turistas Pedro Palma en la misión de Cerocahui, se ha replicado en otro poblado tarahumara: Santa Anita en el Municipio de Guachochi.
El pasado lunes 7 de junio dos grupos armados que se disputan el control de la zona en el trasiego de droga tomaron por lugar de enfrentamiento el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en la comunidad de Santa Anita.
La fachada del pequeño templo y su interior muestran cientos de impactos de balas de armas de alto calibre, las figuras y las imágenes religiosas destruidas, y como muestra del horror, una cabeza humana dejada a las afueras de la iglesia de Santa Anita, junto con cientos de casquillos percutidos, armas AK-47 y granadas de fragmentación. El sacerdote Enrique Urzúa, quien llegó a la comunidad de Santa Anita tras registrarse el ataque, grabó desde el interior del templo un video que difundió por Facebook. La descripción de cómo encontró a la iglesia y a la comunidad lo dice todo: «Desolada y lastimada». El padre concluyó invitando a que dejen las armas ya que hay mucha vida que Dios nos ofrece en estás hermosas tierras, “sus familias también sufren cuando los matan, cuando no saben de ustedes”, concluyó.
0 comentarios