Yoyi de Luca es de Caracas, Venezuela y actualmente vive en Miami. Viene de una familia de procedencia italiana que tuvo que emigrar a Venezuela, estudió en colegio católico y su familia siempre ha estado muy unida. Se muda a Estados Unidos cuando tiene 17 años. “Empiezo a coquetear con todo lo que tiene que ver con el mundo, drogas, alcohol, salir de fiesta”, recuerda. De Boston viaja a Miami y se queda sola en una casa y justo en ese momento entra en la universidad. El tratar de encajar en un país nuevo donde no tenía ni familia ni amigos le llevó por un camino lejos de Dios. Sus amistades de entonces le cuestionaban quién era Dios y por qué acudía a misa.
“Todo lo que había vivido en mi familia se estaba desmoronando y el consumo de marihuana ya era un consumo diario, todos los días de la semana”, explica. Viendo la situación de gravedad que estaba viviendo, su familia la visita y su madre se queda con ella. En ese momento, termina la relación con su pareja que fue quien le introdujo en ese mundo. Después de esta relación tóxica conoce al que actualmente sigue siendo su pareja Fernando que fue el que le fue alejando de este mundo. A pesar de ello, seguía alejada de Dios. Un día la madre de Yoyi la invita a ir a misa pero se niega. Su padre le insistía en que acudiera. Pasaron los años y su madre desistió en insistir y el día del cumpleaños de su madre, viajó a Medjugorje. En el año 2021 su madre la invita a Cancún, era una de sus metas, la de viajar.
“Vamos a una misa, pero no una misa cualquiera. En ese viaje le llamó un amigo del colegio por la madrugada con el que no solía hablar y le comentó que un amigo en común había fallecido”, comenta. Este acontecimiento fue para ella un impacto. Al día siguiente, le dice a su madre que fueran a misa para pedir por este amigo. Su amiga le propone visitar un santuario que era el de la Virgen de Desatanudos. “Nos tocó una capillita sencilla con mucho calor del Caribe y un televisor desde dónde estaban retransmitiendo la misa”.
El sacerdote empieza a hablar de un partido de fútbol y termina hablando de la confesión. Yoyi sintió que se tenía que confesar ya. “Me fui rápido hacia la capilla principal dudando y le dije al padre que necesitaba confesarme”. Ahí surge la primera confesión. Después de este viaje, ocurre algo en su vida que lo cambió todo: viaja a Medjugorje. “En media hora conocí el pueblo y de una manera muy grosera le digo a mi madre: aquí no hay nada, no sé que voy a hacer aquí”, recuerda. Su madre le informa que aquí se hacía oración, misa y adoración, tenía la oportunidad de acompañarle o quedarse sin hacer nada encerrada en el cuarto. Ante esto decide no quedarse enfadada sin salir.
¿Quieres conocer cómo termina este impresionante testimonio de conversión? ¡No te lo pierdas! Puedes seguir a Yoyi y su apostolado aquí: https://www.instagram.com/yoyideluca/
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