Paola es mexicana y es influencer, ex actriz, ex cantante como ella se define. Desde su nacimiento todo fue muy tocado por la mano de Dios. Su madre era una artista muy famosa en sus tiempos en México y Estados Unidos, hacía programas de televisión. Trabajaba en el mundo del espectáculo y estaba poco en casa pero siempre se sintió querida. Su padre no estuvo presente en su nacimiento ni tampoco estuvo presente en su vida. La persona que siempre estaba con ella era su abuela.
Recuerda que era una mujer carismática, todo el mundo la saludaba con cariño, era maestra. A pesar de ser una persona formada, no tenía esa formación espiritual. Su abuela practicaba las artes de la adivinación además de ser profesora. Nunca cobró, siempre lo hizo de corazón pero no sabía que a través de estas artes estaba abriendo puertas a un mundo oscuro. El mundo de Paola era estar con su abuela, siempre estaba sola, no recuerda ningún juguete que le llamara la atención. “Iba a la biblioteca y tomaba los libros y todo el día me quedaba descifrando qué significaba lo que leía, esa era mi vida”, cuenta.
En la casa de la abuela había una mecedora y Paola ese día vió como a un hombre. A pesar de ser tan intensa esa experiencia, nunca le dió miedo, sino que le infundió amor. “Cuando llego a ver sus manos, tenía un libro, era el día más hermoso que había vivido. Él me estaba viendo desde arriba. Era el rostro más hermoso, él puso la mirada en mí, sentía que me iba a estallar el corazón de alegría. Le pregunto que quién era y me dijo que era Jesús”, explica. Ella no sabía quién era Jesús. Paola siguió preguntándole y le hizo la pregunta de por qué estaba ahí, él le respondió que estaba ahí para acompañarla y para que no estuviera sola. En ese momento, sentía tanto amor y gozo que le comentó si podía hablar a los demás de él. La respuesta fue afirmativa.
Después del encuentro fue en búsqueda de su madre corriendo para contarle todo lo que había vivido. Esa fue la primera experiencia que tuvo con Jesús. Fue consciente que era hija de Dios y que da igual de qué pasado vengas, o en qué ambiente se haya criado. Fue la primera aproximación que tuvo. Su madre siguió con su vida en el mundo del espectáculo y la vida siguió. A partir de esa vivencia, Paola aprendió a dividir, sumar, restar ella sola.
Recuerda que vive su primera batalla espiritual y vive cómo actúa el maligno. Llegó a tener episodios de bullying y desde muy temprana edad empezó a abrir estas puertas. “A mis cinco años empiezo a tener depresión y sentimientos de venganza, seguí creciendo así sin ninguna experiencia espiritual”, cuenta.
“A los cinco años también tuve un abuso sexual y eso me dejó una herida que me limitaba a conocer chicos”, reconoce. Cerca de los 30 años se enamora de una persona con el ánimo de tener lo que quería, un amor a su medida, quería casarse. Pero se topó con alguien que sólo jugó con ella. Aquí empieza a romperse su burbuja y sus amistades la alentaban a meterse en ese juego de los amores. Su abuela falleció y su madre buscaba a otros santeros y adivinos. Otras puertas se abren. Paola empieza a hacer proyectos y lanzamientos muy importantes en televisión, con el don de su voz. Le tocó un proyecto internacional, era un tema muy comercial. “El proyecto intentó salir por cuatro veces y no salió”, cuenta. En esos momentos que vivía en el éxito de la televisión cayó en el mundo de la superficialidad, de las vanidades, de llegar a los grandes premios, de ser la más hermosa. “Ese era mi mundo y la depresión vino y el alcohol. No entré por completo en estas adicciones”, sostiene.
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