El padre José Pablo es sacerdote y música chileno. Nos va a contar la historia que Dios ha ido tejiendo con él. Cuando era pequeño era el clásico niño con dificultades, tenía déficit de atención y era hiperactivo. “Me transformé en un problema para los profesores, en ese contexto llaman a mi madre, mi profesor jefe, para decirle las malas notas que tenía y lo mal que iba”, explica. Este profesor le dijo a su madre que no servía ni para barrer las calles. José Pablo tras esa frase empezó a tener la autoestima baja y se sintió culpable por lo que estaba pasando en ese momento. 

En este contexto creció creyendo que era tonto y no servía para nada. “Pasaba de curso al límite, era la constante de mi vida”, recuerda. Cuando nadie apostaba por él, decidió dedicarse a la música. “Cuando era joven cogía mi guitarra y me iba a cantar para ganar mi dinero hasta la noche que volvía a casa”, explica.

Unas personas que le escucharon le comentaron que querían contratarle para una banda. “Hice el casting y era para ser cantante de cumbia, pero yo no quería hacer cumbia, no me gustaba pero cuando me dijeron lo que iba a ganar, les dije que sí”. Comenzó una vida bohemia donde vivía mucho de noche. 

Al padre José Pablo le iba bien, nunca dejó la vida de la iglesia a pesar de no tener unos padres practicantes. En este momento, se preguntaba mucho sobre el sentido de la vida. Empezó a acudir en estos años a unas jornadas vocacionales. “Mis amigos no se creían que fuera a entrar al seminario, una persona como yo que era bohemio, licencioso, mujeriego. Fui ahí donde la amiga más optimista me daba como límite un mes dentro”, comenta.

En este proceso vocacional tuvo notas amargas que son importantes recordar. “Soy víctima de abusos por parte de dos sacerdotes, fueron momentos donde quería salir corriendo, gritar pero poco a poco me fui dando cuenta que aquellas personas lo siguieran haciendo”, explica. Y es que como bien explica el padre, estas personas son capaces de manipular y la persona cae prisionera de esto. 

“Poco a poco fui entendiendo como el Señor se va manifestando en estos procesos y entendí y que no puedo estar eternamente en ese lugar de dolor y tenía que hacer algo para salir de ahí”, recuerda.

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