Adriana es de Colombia y tiene 44 años pero hace diez años que reside en España. Nació en el seno de una familia no practicante lo que le llevó a dar muchas vueltas por la vida. Con ocho años recuerda que una compañera del colegio le comentó que ella y su madre practicaban la meditación. Le resultó interesante y su amiga le invitó a acudir a una de las sesiones que practicaban. La única condición era que no le dijera nada a su madre.
La madre le explicó que pertenecían a un grupo y que la idea era repetir lo que ellas hacían. “Realizaban una danza muy sencilla, cuando se ponían en la posición en la flor de loto tenía que repetirlo”, recuerda. Pasó el tiempo y la madre de su amiga le propuso si quería iniciarse en ese proceso. Ese día que acudió a la casa se encontró con una mujer vestida de naranja. “La mujer nos explicó que teníamos que entrar en una habitación aparte; me comentó que tenía que ser vegetariana, me explicó muchas cosas. Me dió un nombre espiritual que no debía decir a nadie”, sostiene.
Haciendo caso de las instrucciones que le comentaron un día en casa le dijo a su madre que ya no iba a comer carne. Su madre se negó a que volviera a casa de su amiga. Al año siguiente comenzó su preparación para la Primera Comunión. “El sacerdote no se por qué se enfadó, y no quiso confesarme, le dijo a mi madre que me confesara quién me preparó”.
Se fueron de iglesia a iglesia sin que ningún sacerdote quisiera confesarla. “Mi madre me comentó que con una estampa de la Virgen hiciera un altar y le contara al Señor todo lo que había hecho. Yo hice todo esto y me fui a dormir”. A Adriana le invadía una sensación de tristeza que tampoco sabía bien de dónde venía.
En el colegio donde ingresó en un colegio donde se encontraban unas niñas estaban haciendo la Ouija, le llamó la atención. De la misma manera, con una de las chicas fue a un templo. “Ella me dijo que adoraba a Satanás pero mi curiosidad era mayor, esa misma noche tuve un sueño que me decía que no fuera pero había una voz mucho más fuerte me decía que sí. Me sentí presionada”, recuerda.
Al día siguiente, cuando se encontró con esta chica le dijo que no iba a acudir. “Esta chica se enfureció y me presionó. Cada vez que coincidía con ella me miraba con odio”, explicaba.
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