En la Basílica de San Esteban en Francia, se encuentra custodiada una reliquia única. Se trata de dos gotas de la sangre de Cristo, que, según la tradición, fueron derramadas durante el momento de la Pasión. La reliquia se compone de dos gotas de sangre coagulada y pura, “porque no está mezclada con agua o tierra”.
Para rendir honor a la Preciosísima Sangre de Cristo, se han concedido varias indulgencias a través de los años. Además, cada lunes de Pascua y primer día de julio de cada año, se celebran Misas solemnes y procesiones en la iglesia, una forma de agradecer por todas las bendiciones atribuidas a la Preciosísima Sangre de Neuvy-Saint-Sépulcre. El 15 de julio de 1257, a su regreso de las Cruzadas, el Cardenal Eudes entregó a la iglesia la particular reliquia y un fragmento del sepulcro de Cristo.
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