La crítica situación que vive el país ha llevado al presidente Daniel Noboa a decretar en un primer momento estado de excepción, tras varios motines en diferentes cárceles del país. Tras una serie de incidentes violentos registrados este martes 9 de enero, a nivel nacional –incluyendo la toma de un canal de televisión por parte de indeseables armados–, ha emitido el decreto para declarar conflicto armado interno y otorgar facultades especiales a las fuerzas militares.
«No caigamos en el pánico estéril que hace el juego de los violentos dando crédito a cualquier imagen alarmista compartida en redes sociales», advierten los obispos ecuatorianos en su mensaje, que lleva por título «la violencia no prevalecerá».
Los prelados también piden no caer en «la ingenuidad de bajar los brazos creyendo que esta lucha es solo de quienes nos gobiernan».
Al rechazar la violencia, «venga de donde venga» la Conferencia Episcopal manifiesta que las actuales y excepcionales circunstancias «deben encontrarnos unidos, mirando hacia adelante, y con la fortaleza necesaria para que el Ecuador sea lo que siempre ha sido, un lugar de paz, de trabajo, de fraternidad».
De igual forma, los obispos señalan que «toda actividad reñida con la ley, en cualquier instancia de la sociedad y del Estado, debe ser considerada como una traición a la patria, a los valores más sagrados de nuestra ecuatorianidad y a Dios que será el juez de nuestras vidas».
El comunicado concluye con el recuerdo del sesquicentenario de la Consagración de Ecuador al Sagrado Corazón, que se celebra este 2024: «le pedimos a Él que ‘salve al Ecuador’».
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