Mateo es de Santiago de Compostela y cree necesario el poder dar testimonio por muy sencillo que parezca la historia de uno. “Porque el Señor sigue llamando en pleno siglo XXI y seguimos siendo capaces de contestar y de dar nuestra vida por algo que desde luego el mundo aparta”, explica.
El joven Mateo dio un sí al Señor y aunque parezca un sí pequeño como él dice, el Señor lo hace grande. Él viene de una familia muy cristiana, sin duda como explica Mateo es el primero de los grandes regalos que Dios le hace. Sus padres, católicos, tienen un profundo amor al Señor y entre ellos, pues llevan una larga vida de casados. Son ocho hermanos, Mateo es el cuarto y siempre han recorrido un camino de fe que para la familia ha resultado fundamental.
Además su madre, ha tenido la suerte de tener un hermano sacerdote que ha influido en su vocación de una u otra manera como gran intercesor, su tío conocido por muchas personas, Pablo Domínguez que murió hace unos años por un accidente en la montaña. “Era un sacerdote profundamente enamorado de Dios y que vivía su vocación como otros Cristo en la tierra”, recuerda.
Mateo ha crecido en ese ambiente cristiano. Recuerda como de más pequeño la familia se reunía todos los días para rezar por la noche donde pedían los unos por los otros. “Rezábamos las tres avemarías que la iglesia mandaba rezar antes de acostarnos. Rezábamos el Magnificat, siempre me acuerdo que los pequeños no entendíamos por qué rezábamos esa oración tan larga”, explica.
¡No te pierdas la historia de esta preciosa vocación!
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