Mary Luz Mar tiene 29 años y está consagrada a la Virgen María. Viene de una familia católica pero su padre es hinduista. Sus padres aún así están casados por la iglesia católica. Desde muy jóvenes acordaron que su familia crecería con la fe católica. Desde muy pequeña recuerda rezar el rosario en familia. Al mismo tiempo coexistía el modelo católico de cumplir con lo básico pero no de formarse. Siempre tuvo la certeza que el ángel de la guarda le acompañaba en su camino y además le daba respuestas. A sus 12 años empieza a tener ataques de pánico fuertes. No sabía de dónde venían. Era una niña inclinada a querer orar, a tener una relación muy  directa con Jesús y la Virgen María. 

Aunque tuvo buenas amigas, sintió el rechazo por parte de otras. Se metían con ella porque tenía esa predisposición a la oración. La llamaban monja entre otras cosas. En medio de todo esto se vinculó a un grupo de niñas que experimentaban cierto rechazo por otros motivos. “Me acuerdo que empezaron a jugar ingenuamente con juegos espiritistas” , recuerda. Este tipo de prácticas se realizaban mucho en los colegios. Desde antes de esto había tenido la experiencia de un abuso. “A mí me dejaron con mucho miedo y nunca lo traje a mi consciente. Yo sentía que me acosaban, que me miraban. Nunca supe explicarlo hasta mucho tiempo después”. 

También pasaron la difícil experiencia de una prima suya quee muere por una fuerte violación. Fue un trágico suceso que dejó impactada a la familia. Por eso, su padre tenía mucho cuidado para que su hija saliera mucho. Esto generó una rebeldía por su parte. “Empezó a tener pesadillas. A través de las prácticas de mi padre más orientales y de Nueva Era con su buena intención, hizo que la carga espiritual aumentara”. Tuvo una época muy mala, y la búsqueda de la sanación la enfoca a prácticas de la Nueva Era. Fue cuando dejó de sentir a su ángel de la guarda. “Pude sentir un abandono espiritual. Me sentí en un mundo oscuro. 

Ya no quería rezar el rosario”. Las pesadillas aumentaron. No le contó a nadie que las prácticas espiritistas continuaban y llegó un momento en que realizó la Ouija. “Sentí la experiencia de la muerte. Tenía la certeza en mi cabeza de que iba a morir antes de los 25 años”. Después de estar presente en ese juego satánico fue horrible. “De sentir a mi ángel de la guarda empecé a sentir al ángel de la muerte, presencié sombras y presencias”. Se empezó a adentrarse en el poder de la mente como solución a ese desequilibrio que estaba viviendo. 

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