La hermana Xaviera es religiosa de la congregación Pureza de María. Nació hace 35 años en Nicaragua. Actualmente vive en España. Hoy viene a contarnos qué es ser testigo de Jesús en el mundo desde la vida religiosa. Para Xaviera ser religiosa significa seguir a Jesús desde un compromiso que implica toda la vida. “Implica la consagración al corazón de Dios. Ser religioso es querer ser para Dios y solo para él, es luchar por ello y es sentir también que necesitas entregarte del todo y querer vivir los tres consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia”, explica la hermana.
La hermana reconoce que ya desde pequeña fue una enamorada de Jesús. Su vida ha estado atada a la cruz pero vivía siempre con la esperanza en la resurrección. Nació en el seno de una familia normal de tres hermanos, con acontecimientos duros que tuvieron que vivir, uno de ellos fue un tsunami acontecido en el año 92. Pero sobre todo lo que más ha marcado su vida como familia fueron las enfermedades que tuvo que pasar su madre, graves algunas.
Vivieron sucesos muy cercanos a la muerte. “Fui una niña marcada muchas veces por el dolor pero siempre con la certeza de que el Señor sabe el por qué de las cosas y por eso, tenemos que confiar en él”, sostiene. Algo que ha sido enseñado desde pequeños y que además ha sido transmitido por sus padres. “Es una confianza sencilla, sin mayores cuestionamientos, es decir: el Señor sabrá, sin preguntarte más. Lo agradezco porque te ayuda a vivir la vida con esperanza”. Reconoce que con el día a día y los estudios es fácil perder esa sencillez en la confianza con el Señor pero pide para que esto no ocurra.
Todos los sucesos de dolor que tuvo que vivir en su infancia le hizo, según explica la propia hermana, abrirse más a Dios y a tener conciencia de que él estaba a su lado. “Mi vida y mi vocación ha estado marcada por la certeza de que Dios me acompaña, me toma de su mano y me lleva consigo”, cuenta. Recuerda una anécdota que está segura que sumó a su vida de vocación y es cuando iba al colegio en primer de primaria. Vio a una hermana por el pasillo y pensó que quería ser como ella. Esa idea no se le fue nunca de la cabeza. Y es que cuando la gente le preguntaba qué quería ser de mayor, se sentía mal porque le daba vergüenza contar que lo que quería ser es religiosa. Pensaba que no lo iban a entender.
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